El zar provocó una división de poderes en dos facciones, una encabezada por los boyardos, y un aparato político militar comandado por él, los oprichniki, una milicia de más de cinco mil hombres a caballo, equipada con hachas y espadas, con cota de malla bajo su vestimenta negra y portadora de inconfundibles emblemas: una escoba plasmada en el caraj y una cabeza de perro atada a la silla de montar. La testa del animal hacía alusión a la fidelidad de estas huestes, en tanto que el instrumento doméstico implicaba que se barrería sin piedad a todo contendiente.
De la mano de un sufrido y paranoico zar comenzó una oleada de terror en la que todo adversario fue arrasado. El hedor era insoportable, las calles estaban atestadas de cuerpos, mismos que por instrucciones del zar no podían ser sepultados, como mensaje a los traidores.
Con el devenir del tiempo Iván Vasilievich obtuvo una victoria rotunda, eliminando a los boyardos, vengándose así de quienes responsabilizaba de las muertes de su madre, de su mujer Anastasia, así como de numerosos amigos y partidarios de su padre. Revista101.com