Ioannes Sdrech | Durante el Renacimiento los arquitectos tuvieron a Vitrubio, cuyo tratado fue traducido e ilustrado por los nuevos humanistas y difundido con fuerza por la imprenta. Aquel tratadista de la antigüedad sería superado por hombres del mundo moderno como Serlio, Vignola y Palladio, pero jamás sería olvidado, manteniéndose como base imprescindible. Pero los creadores de artes visuales carecían de identidad, y la crearon echando mano de fuentes clásicas como Plinio el Viejo, destacando su cita sobre la rivalidad entre los pintores Zeuxis y Parrasio, así como Tito Livio, Plutarco, Polibio y otros.
Pero sin duda los frescos de Giotto fueron la principal fuente de inspiración, siendo este dotado pintor quien dejaba atrás la imagen plana bizantina, mostrándonos escorzos, volumen en las figuras y expresividad en los rostros. Pero no solo esto, pues aquella famosa leyenda que narraba como Cimabe descubrió a un joven Giotto dibujando una oveja del natural sería iluminación para todo pintor del Renacimiento, pues el artista italiano había plasmado directamente a la piedra un espécimen de la naturaleza mientras lo observaba con sus ojos.
Para los pintores renacentistas Giotto sería su guía y el eslabón entre el gótico y ese nuevo lenguaje artístico basado en la recuperación del mundo clásico. Brunelleschi nos obsequiaría lo que conocemos como perspectiva, habiéndola ideado para su labor en arquitectura, pero trascendiendo como un gran invento en beneficio de la pintura.
Surgirían figuras como Monaco y Starnina, pero Masaccio sería el ejemplo más revelador de las innovaciones de Giotto, habiendo asimilado el estilo y objetivos de este, pero con la ventaja de implementar cálculos matemáticos y la perspectiva, valiosas herramientas que absorbió de Brunelleschi y de la obra escultórica de Donatello. Asimismo, Masaccio dotó de mayor volumen a las figuras.
La estafeta la tomarían artistas como Uccello y Della Francesca, alcanzando un punto crítico el arte renacentista al volcar hacia la ciencia, con personalidades como Leonardo, que nos obsequió sus ingenios y el sfumato. La genialidad llegaría de la mano de Rafael y Miguel Ángel, que conociendo y dominando las reglas del arte del Renacimiento, comenzaron a romperlas intencionalmente, creando un lenguaje diferente, en donde las ideas estarían por encima de la generación de realidad en la imagen, un germen de lo que conoceríamos como Barroco.
Imágenes | Matanza de los inocentes, fresco – Giotto.
Juicio final (detalle), fresco – Miguel Ángel. Revista101.com