La inteligencia es la facultad mental que nos permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarnos una idea de la realidad.
Todos los seres humanos nacemos inteligentes; unos más, otros menos, pero todos poseemos la capacidad de aprender. Se dice que la inteligencia tiene que ver con el tamaño del cerebro, y se habla del cociente intelectual: 120 el promedio de los hombres y 90 el de las mujeres, aunque esto no determina que uno u otra sean más o menos brillantes en su manera de pensar, actuar y decidir. Mediante la inteligencia, desde la infancia vamos reconociendo lo que hay y ocurre a nuestro alrededor.La otra facultad intelectual que viene en nuestro “paquete” humano es la comunicación; por ellas —inteligencia y comunicación— es posible progresar como especie. Los animales carecen de este par de facultades. Una manada de elefantes se comporta en la actualidad de la misma manera que lo hacía hace miles de años. El hombre, en cambio, aprendió a volar hasta la Luna, no solo por su inteligencia, sino por lo que Da Vinci, Verne, los hermanos Wright, Einstein, Von Braun y tantos otros fueron comunicando, o sea, transmitiendo a través del tiempo.
En una primera etapa, aprendemos de quien nos lleva el biberón y nos cambia los pañales; luego, de la escuela, de nuestro trabajo, de las personas que están a nuestro alrededor, de las películas que vemos, los libros que leemos, los viajes que realizamos… Aprendemos durante cada instante de nuestra vida. A veces aprendemos hasta de los sueños.
Lamentablemente, el interés por aprender se está debilitando. Cada vez más delegamos esa inmensa capacidad —que nos distingue de todas las especies creadas— en objetos inanimados, creados y comercializados por un puñado de personas súper inteligentes y dominadoras.
“Alexa, préndete, ponme música de mariachi”. ¿No podemos hacerlo por nosotros mismos? Los profesores temen que les hagan trampa con tareas hechas por ChatGPT. ¿No pueden recurrir al examen oral si tienen dudas? Casi todas las funciones que están disponibles en nuestra limitada inteligencia artificial pueden realizarse con inteligencia natural.
No minimizo los avances de la ciencia y la tecnología: son muy valiosos en la medicina, la agroindustria, la exploración espacial, etcétera. Pero ¿será mejor un logotipo diseñado por inteligencia artificial que uno dibujado por un artista?
La inteligencia artificial debe estar al servicio de la inteligencia natural, y esta no debe quedarse dormida, sino cultivarse hasta alcanzar todo su potencial. No sabemos hasta dónde puede llegar la capacidad humana.
Alfredo Arnold, Académico de la UniversidadAutónoma de Guadalajara (UAG). Con información de la dirección de prensa de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Revista101.com