El 21 de junio de 1547, a las diez de la mañana, dio inicio un incendio en Moscú, el cual se propagó a lo largo del día y hacia la noche había ocasionado daños incalculables: casas, monumentos, tesoros, edificaciones, iglesias y monasterios fueron perjudicados; así como incontables pérdidas humanas.
Iván ordenó establecer una comisión de investigación, mientras tanto el pueblo, que había perdido posesiones, sus hogares y familiares, se encontraba aglutinado frente al consejo de boyardos a las afueras de la Catedral de Uspenski. Los supersticiosos y enardecidos moscovitas responsabilizaban de la desgracia a los poderosos Glinsky, afirmando que Ana Glinskaya había practicado magia contra la población.
Lamentablemente para su fortuna, Yuri Glinsky se encontraba en el lugar, y mientras los ánimos se exaltaban fue reconocido, acusándosele también de practicar magia. El tío del zar pretendió refugiarse en la Catedral, pero la furiosa multitud se le abalanzó y le asesinó.
El enemigo principal seguía siendo Ana Glinskaya y los pobladores exigían su muerte pues se afirmaba que se trataba de una hechicera, responsable de haber propiciado el fuego en Moscú al convertirse en urraca y esparcir el agua mágica que propició el incendio.
Es posible que fuesen los boyardos los que propagaron el rumor de que el zar ocultaba a su tío Miguel y a su abuela, cuestión que no era así, logrando Iván Vasilyevich convencer de esto a la multitud, quienes se habían armado con lo que tenían a la mano y se atrevieron a confrontar a su mandatario. Los Glinsky y sus partidarios se habían convertido en un peligro para el zar, por lo que este decretó una investigación, así como el arresto y ejecución de los cabecillas, tratase de quien se tratase.
Mientras tanto los Glinsky, intentando evadir a la turba, se refugiaron en un monasterio y más adelante pretendieron escapar a Lituania. Iván Vasilyevich contaba con un eficiente aparato de inteligencia y pasados solo dos días llagaron a sus oídos las noticias sobre la huida de sus parientes. Las tropas fronterizas fueron notificadas y cerraron el cerco a los fugitivos, que se vieron obligados a recular a Moscú, siendo arrestados a su llegada. A partir de este momento no se sabe más sobre Ana Glinskaya, posiblemente indultada por tratarse de la abuela del zar, mientras que Miguel Glinsky fue enjuiciado. Revista101.com
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