Ioannes Sdrech | Pasados seis meses de un desastroso gobierno y con muchas reformas en puerta, el zar Pedro III perdió el respeto del ejército y ganó el desagrado de todo aquel que le rodeaba. En 1762 fue depuesto por su esposa Yekaterina Alekseyevna y a partir de entonces el imperio ruso gozó treinta y cuatro años de esplendor. Pedro III estuvo confinado y su destino era incierto. Durante una cena surgió una disputa y se presentó “un accidente”, Pedro fue estrangulado. El autor del crimen, Aleksey Orlov, se lo hizo saber así a la nueva emperatriz a través de una serie de cartas. Yekaterina no ordenó la muerte de su esposo, aunque existe la posibilidad de que se sintiera aliviada con la iniciativa desarrollada por sus partidarios.
En distintas épocas el imperio ruso se caracterizó por la aparición de múltiples y misteriosos usurpadores; personas sencillas, campesinos, siervos e incluso monjes que aseguraban ser algún personaje de poder; entre estos, monarcas depuestos y asesinados durante diversos golpes de Estado que sacudieron Rusia. Uno de los casos más famosos es el de los “falsos príncipes Dimitry”, en el cual tres personas diferentes aseguraron ser el zarevich Dimitry Ivanovich, hijo del zar Ivan Vesilyevich.
El zarevich, quien padecía de epilepsia, murió siendo un niño y las circunstancias son un misterio. Una versión indica que mientras practicaba el lanzamiento de dagas repentinamente sufrió una crisis epiléptica, degollándose con la filosa arma que sostenía en su mano, Ustedes saquen sus propias conclusiones. La realidad es que había motivos de Estado, existían circunstancias de peso para que el pequeño zarevich Dimitry no estorbara a los poderosos, esos quienes deseaban hacerse con las riendas de tan inmenso y rico imperio.
Años después, y por asombroso que parezca, apareció el primer usurpador, un hombre de orígenes inciertos, posiblemente polaco, que afirmaba ser el zarevich Dimitry y aseguraba no haber muerto. Increíblemente gobernó y fue zar de Rusia, pero pasados algunos meses fue asesinado. Este primer falso Dimitry tenía intereses con Polonia y a la vez con los boyardos rusos, y sabemos que no se puede servir a dos amos. De forma inaudita aparecieron dos farsantes más, quienes aclamaron en su momento ser el zarevich Dimitry, ya imaginarán el final que tuvieron.
Pedro III tuvo el privilegio de contar con sus propios fantasmas. El primero que mencionaremos es el más conocido, su nombre era “Emelyan Pugachev”, se trataba de un cosaco que había servido en la guerra de los siete años y en la guerra contra Turquía. Ahora un líder rebelde que decía ser en realidad el zar Pedro III, quien milagrosamente habíase salvado de morir, había huido y se habría ocultado durante el tiempo apropiado.
Pugachev llevó a cabo una revuelta terrible que hizo temblar a la propia zarina, avanzando temerariamente y tomando algunas ciudades. Un día todo terminó súbitamente, existiendo una cuantiosa recompensa de por medio sus propios militantes le entregaron. La misericordiosa emperatriz Yekaterina II permitió que el fantasma de su esposo tuviera una muerte rápida, fue decapitado. Sorpresivamente un año más tarde fue arrestado el suplantador del usurpador, alguien que aseguraba ser Emelyan Pugachev y que sonstenía no haber sido ejecutado.
Así mismo durante esa época fueron detectados un sinfín de usurpadores que afirmaban ser toda clase de personajes: la difunta emperatriz Isabel Petrovna, por otra parte una mujer que aseguraba ser hija de Isabel I y de su favorito Aleksey Razumovsky, también hubo quien mencionó ser el emperador depuesto y encarcelado desde bebé, “Ivan VI”, e incluso aparecieron aquellos que juraban ser el padre de dicho infante, el tudesco Antone Ulrich, quien se encontraba confinado.
Apareció un fantasma más discreto y peculiar, su nombre era “Stepan el pequeño” y se encontraba en Montenegro. Este místico personaje solicitó apoyo a las facciones contrarias al metropolitano para que le aclamaran como el emperador de Rusia Pedro III, quien milagrosamente había sido enviado por Dios para propagar, por encima del yugo otomano, la fe ortodoxa en Montenegro. La república de Venecia, el sultán otomano Mustafa III y la emperatriz de Rusia Yekaterina II le señalaron como impostor.
Los venecianos fracasaron al intentar envenenarle, los rusos tampoco tuvieron éxito. Fue durante el año 1773 cuando este nuevo fantasma de Pedro III fue asesinado, el autor uno de sus sirvientes, sobornado por los turcos otomanos. Rusia era un reino de fantasmas, un extraño lugar en donde las leyendas tenían más poder que la realidad. Un imperio que su zarina, rusa por convicción, no siempre lograba comprender.
Fuentes
TROYAT, Henri. Ivan the terrible. Dorset.
TROYAT, Henri. Catherine the great. Dorset.
DAVIES, Brian L. The Russo-Turkish war 1768-1774, Catherine II and the ottoman empire. Bloomsbury. Revista101.com
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