Teresa Cedillo Nolasco | Hasta ahora no se tenía registro de la formación de un huracán en el mes de junio ni a principios de julio, por lo que la presencia de Beryl representa un fenómeno “que está haciendo historia” y, por tanto, merece la atención de los especialistas en el tema, señaló la doctora Claudia Rojas Serna, investigadora del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
La académica de la Unidad Iztapalapa, quien se ha especializado en Modelación hidrológica avanzada, dijo que normalmente ciclones como Beryl, que alcanzó la categoría cinco, se forman entre octubre y septiembre; sin embargo, éste se empezó a manifestar en el Atlántico desde el 28 de junio.
Además, se intensificó rápidamente, “por lo que creo necesario analizar la rapidez con la que evolucionó este ciclón, aunque se debe considerar que estamos saliendo de la temporada del fenómeno de ‘el niño’ y está entrando la temporada de ‘la niña´, y ahí tenemos una variación de diferentes variables meteorológicas”.
A lo anterior se añaden las sequías prolongadas que se intensificaron en esta temporada, todo lo cual “pone las mejores condiciones para la generación de estos huracanes”, pero es preciso hacer más estudios, consideró.
En el último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, en junio del año pasado, se recordó que la meta para el planeta era poner un límite al incremento de la temperatura de la superficie terrestre de 1.5 grados y lo que hasta ahora se ha registrado es un aumento de 1.15.
Esto implica a su vez el incremento de la temperatura de los océanos, lo que origina cambios en las variables meteorológicas, como puede ser la presión atmosférica y la elevación de la temperatura a profundidades de 50 o 60 metros “que es lo que requiere un huracán para formarse” y que podrían explicar la rápida evolución en cuanto a su intensidad.
Tras indicar que es difícil decir que un huracán pueda ser más destructivo por el incremento de la temperatura, apuntó que “ciertamente pueden ser más intensos, pero no necesariamente cuando toquen tierra como se ha visto con Beryl, que tocó tierra en Tulum Quintana Roo, como tormenta categoría 2.
En ese sentido, hay diferencias con el huracán Otis registrado en Acapulco el año pasado, en cuanto al modo como evolucionaron ambos hasta tocar tierra. Otis se mantuvo con una intensidad menor a la que tuvo al llegar a la costa de Acapulco, donde “aprovechó la temperatura en superficie y en la profundidad de unos 50 metros, para estacionarse e incrementar su intensidad”. En cambio, Beryl sí bajó su intensidad, lo que tiene que ver con las condiciones meteorológicas de ese momento y con los rasgos topográficos que ayudaron a mitigar la velocidad de los vientos, amén de los contrastes de las corrientes que se presentan en el Golfo de México y en el Océano Pacífico.
Por otro lado, comentó que México ha trabajado en prepararse para afrontar estos eventos y de hecho recibe los avisos del Centro Nacional de Huracanes de Miami, Florida, Estados Unidos, que se encarga de monitorear los fenómenos que pueden formarse en el Pacífico y en el Atlántico en la parte norte, y de la Comisión Nacional del Agua a través del Servicio Meteorológico Nacional.
La diferencia entre Otis y Beryl en cuanto a la prevención, es que, en el primer caso, los avisos no llegaron a tiempo a la población, dado que fue un ciclón con características “que no habíamos tenido” y no se pudo prever que arribaría con tal intensidad, hasta unas cinco o seis horas antes, en la madrugada, lo que implicó perder un tiempo valioso para comunicar a la gente.
En el caso de Beryl, la información llegó con mucha anticipación para tener las precauciones debidas y, en ese sentido, la protección civil ha actuado bien, “se ve que hay organización y han enviado personal de distintas dependencias para auxiliar” a las personas que pudieron verse afectadas e incluso se hicieron recorridos para llevar a la gente a los albergues; sin embargo, opinó que “harían falta alarmas, sobre todo cuando ya se acerca el huracán”.
Además, propuso que desde la Coordinación Nacional de Protección Civil se podrían hacer talleres de simulacros ante impactos de ciclones tropicales con la población de las costas, para que sepa muy bien hacia dónde dirigirse y cómo resguardarse si es que permanece en su casa. “Me parece que esto sería importante para aportarnos mayor conciencia y posibilidades de mejorar las políticas públicas de protección civil”. Con información de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Revista101.com