Héctor Castro Aranda, texto y fotografía | Ahora que el tapatío Isaac Hernández se convertirá en el primer bailarín del American Ballet Theatre durante la temporada de otoño 2024, dijo, en entrevista con Revista101.com, que “la necesidad es la mayor inspiración, no solo una necesidad económica, también ha sido una necesidad por ser mejor, por descubrir el potencial del cuerpo humano y mejorar, eso también lo he sentido como una necesidad para lograr ser feliz”.
Es el único bailarín mexicano que ha recibido el Premio Benois, considerado el Oscar de la danza, Isaac Hernández, quien nació en Guadalajara en 1990, platicó también de la danza en México, de su disciplina, del proyecto Despertares.
—¿Cuál es su pensamiento actual tras haber recibido máximos honores en Rusia, Inglaterra, Nueva York, Francia y México?
—Me siento afortunado por lo que he vivido, y soñando los próximos 20 años sin miedo y con mucho permiso para seguir soñando en grande.
—Ha llegado demasiado lejos, pero en este camino ¿cuál considera que fue su mayor inspiración, y cuál considera que fue su mayor obstáculo?
—La necesidad es la mayor inspiración, no solo una necesidad económica, también ha sido una necesidad por ser mejor, por descubrir el potencial del cuerpo humano y mejorar, eso también lo he sentido como una necesidad para lograr ser feliz.
—Desde su percepción, ¿cómo ve el futuro de la danza en México?
—Como otros sectores del país, está lleno de posibilidades si estamos dispuestos a ser objetivos y tomar decisiones difíciles y ambiciosas.
—¿Qué tan rudas y duras son sus preparaciones para salir al escenario?
—Es una profesión que demanda solamente el máximo de tus capacidades, hay días que tus capacidades no se comparan a las del día anterior, el cuerpo y la mente están siempre cambiando. Requiere de un trabajo honesto y constante, muchas veces muy duro pero también lleno de beneficios y placer. Entreno seis días a la semana.
—¿Cómo fue el proceso o la idea para montar el proyecto de Despertares?
—La idea nace primero del deseo de poder regresar a México a compartir lo vivido en otros escenarios. También porque quería que mi país pudiera tener acceso a lo mejor del mundo de la danza en un escenario nacional y que eso fuera ayudando a cambiar la percepción del ballet y las artes en México. El buen ballet, hay que verlo para creerlo.
—¿Cómo aplica la creatividad y actualización en la danza?
—Nosotros, como arte y entretenimiento tenemos que responsabilizarnos no solo por mantener las tradiciones vivas, también nos tenemos que preocupar por ser relevantes para una sociedad moderna, tenemos que ser capaces de identificarnos con los tiempos y contar historias que sean relevantes hoy en día. Despertares, simplemente explora y demuestra las grandes posibilidades del ser humano e intenta hacer tangible la creatividad aunque sea por unos minutos en el escenario.
—¿Algunos otros países han pedido replicar Despertares?
—¡Por su puesto! Despertares hoy en día es la envidia de muchos escenarios, por ahora le pertenece a México y quiero invitar a que cada día más gente pueda venir a conocer esa versión de México.
—¿Le gustaría presentar Despertares, o usted en solitario en una presentación en un estadio?
—Tal vez en algún momento. Por ahora los escenarios del Auditorio Nacional y Telmex son los ideales para la experiencia. Sueño con hacerlo posible en Monterrey.
—¿Qué cree que se necesite para que la gente vea la danza como una forma de entretenimiento?
—Hacerlo entretenido, siempre ha sido entretenimiento, todo mundo baila, todo mundo tiene sensibilidad, solo hay que practicarlo para que esas cualidades no desaparezcan de nuestra sociedad.
—¿Qué música le agrada, cuáles son sus artistas favoritos?
—Me encanta Rachmaninov y Chopin. La música popular, Maroon5, Benny Ibarra, Etta James, Ottis Redding, Queen.
—¿Cuáles son sus planes a futuro?
—Por el momento tengo mis próximos dos años llenos de actividades como invitado en varias compañías internacionales, tengo proyectos como actor y estoy trabajando en fundar la Federación de las Industrias Creativas en México.
—¿Le agradaría la idea de un documental, película o libro sobre su vida?
—Me gustaría algo más enfocado en la vida de mis padres, ellos han hecho milagros para sacar adelante una familia de once hijos, luchando por hacer las cosas de una manera diferente. Eso me parece que tiene mucho valor hoy en día.
Isaac Hernández nació en Guadalajara en 1990, el máximo galardón de su disciplina, el Benois de la Danse, lo otorga la Asociación Internacional de la Danza de Moscú al mejor bailarín del mundo. Es el primer bailarín del English National Ballet, al que ha representado en la Opera de París, el primer bailarín mexicano que pisa este escenario. En agosto de 2018 fue reconocido por el gobierno mexicano con la Medalla Bellas Artes que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes, de manos del presidente Enrique Peña Nieto.
Semblanza
Es una tarde de verano a mediados de los años 1990 en Guadalajara. Isaac y sus hermanos salen al patio de su casa y se toman de la barra para hacer la clase de ballet, al rayo del sol. Antes de iniciar los pliés -primer paso que da cualquier buen bailarín en la rigurosa rutina de todos los días de su vida-, corren la ropa recién lavada que su madre tendió en el lazo para despejar la vista del ventanal del comedor, es su espejo. Allá van, en fila con el mejor maestro que un muchacho puede tener -su padre- a sacarle brillo al duro suelo de cemento.
Veinte años después, junio de 2018, desde el Bolshoi de Moscú, parece que esas dos décadas pasaron volando, de un salto. Isaac Hernández está a sus 28 años parado en el escenario, de traje y corbata negra, recibiendo ante los ojos de todos -incluso de aquellos que fueron a Rusia para ver el Mundial de Futbol- el Benois de la Danse, especie de Oscar de este arte, porque ha sido elegido el mejor bailarín del mundo.
El agradece, con emoción, recordando la primera vez que pisó ese templo ruso y se llevó otra medalla. Le agradece al English National Ballet, en el que es bailarín principal desde 2015; a su directora, la extraordinaria bailarina española Tamara Rojo (que además es su pareja); a los colegas y coreógrafos que lo nominaron (Mikhail Baryshnikov, nada menos). Le agradece a su familia (mamá y papá exbailarines, que tuvieron once hijos). Publicó La Nación.
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