Marco Galván | En la música y la literatura, son contadas las veces que una segunda entrega logra ser mejor que la primera. Este es el caso del segundo libro del Metal God, Rob Halford, vocalista de Judas Priest. Tras haber escrito su autobiografía titulada Confess y disfrutar de sacar todos los trapos al sol, se lanza en una segunda obra literaria llamada Biblical.
A diferencia del primer libro, que abordaba las incomodidades de conocer la vida sexual de Rob, en esta ocasión no se tratan esos temas. En su lugar, Biblical es un buen compendio preciso y conciso de consejos y sabiduría adquirida a lo largo de cincuenta años de batallar con el medio artístico y los entes y factores que giran en torno a la industria de la música.
Es importante destacar que el Metal God, aunque no es religioso, aborda de forma satírica y divertida la composición del santo libro, comparando a la religión con el heavy metal. Los fans son sus fieles con la ornamenta correcta de cuero y mezclilla, peinado adecuado, tatuajes y piercings. La iglesia es el sacrosanto recinto musical donde las bandas son los sacerdotes, el concierto es el culto de la santa misa, y los rituales incluyen headbanging, moshpits y walls of death.
Las santas escrituras del heavy metal son de gran ayuda para todos aquellos músicos principiantes que desean ser parte de una banda y formar una familia musical. Explica el génesis, como los inicios de un grupo y la necesidad de tocar en hoyos de mugre, bares, fiestas y celebraciones familiares. También detalla cómo aplicar la paciencia que el santo Job tuvo en las vicisitudes de la construcción, composición y lírica de una canción, la búsqueda de estudios de grabación y costos, pelear con productores, y ser cauteloso antes de firmar el contrato con la diabólica compañía discográfica, además de evitar ser timado ganando centavos por las compañías de servicios de streaming como Spotify y Apple Music.
Por otro lado, el libro explica todos los componentes externos que acompañan el peregrinar de la banda durante un tour. Destaca la importancia de conseguir los aliados adecuados para ser contratado como roadies y técnicos de sonido, haciendo hincapié en emplear un buen tour manager de carácter fuerte, capaz de manejar a los músicos como si fueran sus hijos o bebés fiesteros, y lidiar con las mañas de los promotores abusadores de conciertos mediante contratos que estipulen a detalle la forma de pago, riders adecuados, setlists y listas de invitados.
Y cuando se alcanza el cielo y las estrellas, el complicado animal musical continúa en su viaje, explicando lo que conlleva el trato con los fans, selfies, autógrafos, y claro, todo lo que la social media imperativa exige, como firmas de autógrafos en tiendas de discos, la importancia de los videos ayer y hoy, entrevistas en radio y televisión con presentadores y DJs intrusivos, y el matrimonio dañado con la prensa musical, el merchandising, la pelea con la piratería y, como cereza del pastel, los paparazzis impertinentes.
Este libro es, en verdad, un oasis de conocimiento, donde también se exponen los recovecos oscuros de la vida del rock, la locura, las tensiones familiares de ser una banda de rock (es correcto, una banda es como una familia disfuncional), asuntos mentales y las tentaciones de groupies, drogas, litros de alcohol, fama, regalías y mucho dinero (con la globalización y streaming, ya no es lo mismo para los nuevos talentos). En contraparte, se reconocen los agradecimientos, galardones y premios.
Excelente y breve reportaje, como siempre un conocedor del tema, ahora ya tengo una buena razón de leer este libro.