Desde el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro, hasta el impacto mundial de bandas como Molotov o Panteón Rococó, la doctora María del Carmen de la Peza Casares expone los claroscuros del género en su libro El rock mexicano. Un espacio en disputa identificándolo como parte de un fenómeno sociocultural y político, así como un lugar fértil para la emergencia de discursos y sujetos silenciados, su relación con la contracultura y las formas de poder.
La obra, presentada en la Feria Internacional del Libro Monterrey y publicada por la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), presta atención a la música como espacio de deliberación pública, acción concertada y dispositivo de almacenamiento de la memoria colectiva, haciendo de las letras que lo envuelven una especie de «murmullo social» fuertemente vinculado a la izquierda por su sentido contestatario y su solidaridad activa con distintos movimientos sociales.
En entrevista, la profesora del Departamento de Educación y Comunicación de la Casa abierta al tiempo cuenta que al regresar de su doctorado en Leicestershire, Inglaterra, en el que estudió el bolero y la educación sentimental en México, se vio atraída por el fenómeno del rock desde una perspectiva política.
De esa forma, entró en contacto con la música de Rockdrigo González y sus crónicas chilangas y con bandas como Botellita de Jerez y Maldita Vecindad, pero siempre poniendo un acento al vínculo social como el surgido con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y con ello la serie de conciertos dados en aquel contexto, para más tarde acercarse a música hecha por mujeres como Batallones Femeninos.
A lo largo de diez años la doctora De la Peza Casares no paró de publicar artículos y ponencias sobre el tema, hasta que decidió reunir todo el material, profundizar la indagación y conjuntar todo en esta obra, de la cual fue lanzada la segunda edición que es reivindicada como una investigación valiosa, certera, profunda y fuera de serie acerca del rock nacional.
Para la académica de la Unidad Xochimilco es particularmente valioso explicar el fenómeno contracultural de Avándaro, que marcó un parteaguas de represión que orilló a muchas bandas a tocar en los famosos hoyos funk, lo que provocó el crecimiento en descontrol de la radicalización.
Hasta ese momento, el espacio de música politizada había sido ocupado por el folklore latinoamericano, ya que el rock era relacionado a la influencia estadounidense y al imperialismo, hasta que el auge creativo del rock nacional desbancó la creencia y lo consolidó como uno de los géneros más fuertes de la historia de la música en México, señaló la investigadora.
En sus comentarios al libro de la doctora De la Peza Casares, la “hiphopera” y estudiante de posgrado, Adriana Dávila Trejo, dijo que la música es también contextualización y, por ende, está presente en ciertas situaciones, en ciertas regiones, “nos permite crear memoria, imaginarios y representaciones a partir de estilos o ciertos géneros musicales.
Por ello es importante, “cuando estamos escuchando la música, pensar en quién canta, para quién canta, desde dónde canta, cuáles son sus discursos, más allá de que la tomemos y la bailemos”; se trata de saber quién enuncia, para qué y para quién enuncia.
El maestro Miguel Ángel Hinojosa, jefe de Publicaciones de la Unidad Xochimilco de la UAM, destacó que la mujer siempre ha estado presente en estos géneros musicales y “Carmen lo platica muy bien”, por ejemplo, al señalar que las rockeras, las raperas o las hiphoperas saben que no son las únicas y que el “convocarse y el llamarse ha sido como la pauta para saber que habían estado invisibilizadas por prácticas meramente masculinizadas”. Con información de Nallely Sánchez Rivas y Teresa Cedillo Nolasco, y Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Revista101.com