José Rodolfo Castro | La fiesta es de Saúl «Canelo» Alvarez, él elige al promotor en turno, a su pareja para la tarima, a sus invitados, a quien interpretará el Himno Nacional Mexicano, así como a los cantantes que lo acompañarán rumbo al tinglado, porque es quien arriesga el negocio. Cualquiera puede asistir a sus actuaciones, con boleto pagado, y mientras exista esta conexión continuará explotando su mina de oro, que parece inagotable, por lo que hoy imaginar su retiro es remoto.
El boxeador jalisciense volverá en mayo, y es una realidad que ninguno de los clasificados de peso súpermediano tiene la calidad para competir, la caballada está flaca, es lo que tienen en existencia, de años a la fecha, los organismos que rigen este deporte. Voces insisten que debe enfrentarse a David Benavidez para de una vez por todas se consagre. Cosa que no va a suceder, primero, al púgil tapatío no le interesa el dizque «Monstruo mexicano», y segundo, este boxeador de Phoenix, Arizona, no reúne las credenciales para conformar la pelea consagratoria. Insistimos, «Canelo» gana, Benavidez es un exponente rupestre.
Publicistas empujan para ver a Saúl con Terence Crawford, el mejor boxeador kilo por kilo del mundo, es campeón welter avalado por los cuatro organismos más prestigiosos, pero es de menor talla para el jalisciense, quien en este momento lo supera con diez kilos. Crawford engordaría para acercarse a la mina de oro y soñar que verá, por fin, varios millones de dólares juntos por concepto de bolsa.
Si se concretara el match, esa noche «Canelo» también lo superaría por diez kilos, o más, y también gana, el estadounidense perdería velocidad y pegada ¿Y la pelea consagratoria?, se le esfumó al campeón mundial súpermediano, Floyd Mayweather Jr., y Gennady «GGG» Golovkin, las dos primeras ediciones, lo pudieron elevar al nicho de los ídolos Rubén «Púas» Olivares, Efrén «Alacrán» Torres, Juan Manuel Márquez, Salvador Sánchez, por ejemplo. Pero ya no pudo.
Edgar Berlanga se hizo popular, como Bivol, por enfrentar a «Canelo». El sábado, aficionados que se arriesgaron a seguir su exposición del campeonato mundial CMB, OMB, observaron al retador alto, fuerte y torpe. Visitó la lona en el tercer capítulo, se incorporó para continuar desperdiciando su fortaleza, prefirió caminar hacia atrás, agacharse para igualar la estatura del chaparrón de enfrente, se veía grotesco, pasajes de aburrimiento, que intentaron desvanecer con una mala escena, proyectar que existía pique, con palabrería al estilo de la muy respetada lucha libre. Apenas con intentos de Berlanga de tocar el rostro del tapatío a través del jab, recordó los asaltos de sombra en la sala de entrenamientos, que también ejecutó a la perfección en su oportunidad ante Alvarez el ruso Sergey Kovalev.
Saúl ha sido un boxeador lento en Estados Unidos, no es nuevo, gran contragolpeador, es su mejor herramienta. El sábado en la T-Mobile Arena en Las Vegas, parecía que traía plomo en las zapatillas, a lo que se suma la menor talla, el alcance de sus brazos en muchas oportunidades no lograron castigar al gigantón que eligió como desafiante, pero quien sin arriesgarse, estiraba su largo brazo para inquietar al campeón, una constante que preocupa, le mina su capacidad física, que es lo más importante, antes de ganar millones de dólares.
Entra, recibe y sal, gritaban aficionados en la Arena Coliseo local, al boxeador que parecía sólo ponía el rostro para recibir castigo, Berlanga esto no lo hizo tan mal en el episodio diez. Tras escuchar el campanazo que registraba el final de este round, volvieron a la palabrería para que les creyeran los presentes y aficionados que pagaron por ver, que era de a de veras la actuación. El enorme luchador Alfonso Dantés fue un maestro en estas lides.
Edgar Berlanga, por supuesto, terminó sonriente el enfrentamiento, y agradecido con el dueño, nunca vio, ni volverá a ver tanto dinero junto en bolsa por una de sus exhibiciones.
Agencias publican que «Canelo»-Berlanga vendió 750 mil pago por ver, para una recaudación de 22 millones de dólares. Revista101.com
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