Héctor Castro Aranda, texto y fotografía | Con cerca de ocho mil espectadores, se vivió el regreso del cantan colombiano, Carlos Vives a Guadalajara, el tres de septiembre en el Auditorio Telmex. El espectáculo forma parte de una gran gira, El Rock de Mi Pueblo Vive. Vives fue una de las mayores estrellas de la música latina desde mediados de los 1990 hasta mediados de los 2000, antes de desaparecer de la escena musical, por un tiempo prolongado, pero que en los recientes tiempos ha tenido un despunte nuevamente.
El público estuvo tan entusiasmado, o tal vez más, que en cualquiera de los grandes conciertos que Vives solía dar durante su apogeo. Hasta el último rincón del recinto, la gente se mantuvo de pie durante casi las dos horas y media del recital, bailando y cantando tan fuerte los temas clásicos que a veces parecía que iban a opacar a la banda y al sonriente cantante en el centro del escenario.
Los artistas latinos aún pueden generar emoción con solo su presencia, energía y música, sin las grandes producciones, como los recientes conciertos de Karol G o el Ferxxo, que se han vuelto la norma para los actos principales del mainstream. Vives tocó con la misma banda con la que ha estado desde que comenzó, con el virtuoso, enérgico, pero si la ya presencia del acordeonista, Egidio Cuadrado.
El sudoroso y exuberante Vives llevó la misma camiseta y jeans durante todo el espectáculo. No hubo bailarines, a menos que cuentes a Vives y a la flautista Mayte Montero en un cariñoso y semi-folclórico baile, solo unos pocos videos de baja tecnología y un par de ráfagas de humo seco y confeti, pero en una escenografía elegante con un gran soporte de luces propio de un estadio. Carlos, salió a escena con 20 minutos de retraso, debido a la gran tromba que se vivió minutos antes y retraso la llegada de su público. “La Gota Fría”, marcó el inicio, con un apabullante sonido de sus músicos, una fiesta caribeña total. Vives d 63 años, que en algunas notas, tuvo problemas con su voz, este se las supo arreglar para seguir con lo que tenía preparado.
El poder de este espectáculo residía en la música esencialmente colombiana y llena de alma de Vives: vallenato tradicional, un estilo rural crudo impulsado por acordeón y percusión, endulzado con melodías y armonías pop y con un toque más fuerte de guitarra y bajo rockero. La banda de 14 integrantes contaba con cinco percusionistas tocando desde el tradicional guacharaca y caja hasta una batería moderna. Y la música era contagiosamente alegre. Si el set del martes, a veces parecía bordeando el caos, burbujeando con improvisaciones instrumentales y los coros atronadores del público, eso solo añadía más diversión. El sonido cerca del frente estaba mal mezclado y sobre amplificado; más atrás, sonaba mucho mejor.
El atractivo de Vives también es un ejemplo de cómo un sector significativo de los fanáticos de la música latina parece tener una conexión con los artistas y las tradiciones nacionales que va más allá de la nostalgia por las canciones de su juventud. Había muchos veinteañeros en el show que habrían sido niños cuando Vives se convirtió en una estrella. Ellos aclamaron con entusiasmo un video de apertura que mostraba a Vives caminando por la selva colombiana. “Rock de mi pueblo”, con Vives tocando una armónica blusera, presentó una corriente de imágenes de músicos colombianos, tanto antiguos como nuevos.
Carlos Vives también se tomó un emotivo momento para hablar sobre la importancia de la unión entre los seres humanos, justo antes de interpretar el icónico himno colombiano «La Piragua». Este gesto tocó profundamente al público, que respondió con entusiasmo. La segunda mitad del concierto continuó con la misma energía festiva, presentando temas como “Pa Mayte”, “Viva El Vallenato” y “Cañaguatera”, que hicieron vibrar a todos los asistentes. El ambiente de celebración no disminuyó, especialmente con la interpretación de éxitos como «La Chancleta», «Robarte Un Beso» y «Cuando Nos Volvamos a Encontrar», que cerraron la noche de manera espectacular. El público, completamente cautivado, se quedó con ganas de seguir disfrutando, ansioso por más música y más fiesta. Por muy agradecido que Vives esté de regresar, su audiencia parecía aún más agradecida por lo que él ofrece.