José Rodolfo Castro | Fotografía de portada archivo Revista101.com Fernando Valenzuela con Jesús Hernández, restaurantero de Los Angeles, California | Don Héctor Castro y Castro, mi padre, me invitaba a ver a través de la televisión instalada en la casa grande, al pitcher de los Dodgers de Los Angeles, Fernando Valenzuela. Recuerdo que eran noches de 1981, año en el que explotó la Fernandomanía. Don Héctor, apasionado del beisbol, como del boxeo, norteño, originario de Durango, me explicaba cada jugada realizada por el Toro de Etchohuaquila, una constante que terminó para que nos enamoráramos del Rey de los Deportes
Paralizaba al país cada presentación del pelotero sonorense, con su emblemático número 34 en la franela, condujo a los Dodgers para vencer a los Yankees de Nueva York en la Serie Mundial celebrada en 1981. Ganó el premio al Novato del Año, así como el Cy Young de la Liga Nacional. Su calidad y sus éxitos sumaron a millones de mexicanos como aficionados al beisbol. La leyenda murió el martes a los 63 años.
Década de 1980, en la que triunfó Salvador Sánchez, y al igual que Fernando Valenzuela, paralizó al país en 1981, noqueó en ocho rounds a Wilfredo Gómez, considerado el mejor boxeador que ha dado Puerto Rico. Hugo Sánchez con la camiseta de la casa blanca, Real Madrid, también reunía a las familias mexicanas para presenciar sus actuaciones y goles. Julio César Chávez inició la construcción de su imperio en 1984 en el Olympic Auditorium de Los Angeles, noqueó al tapatío Mario «Azabache» Martínez, quien aquella noche del 13 de septiembre se presentó como favorito. El nacido en Ciudad Obregón ganó su pelea consagratoria en marzo de 1990, al noquear de manera dramática en el round doce al estadounidense Meldrick Taylor. Con Héctor «Macho» Camacho inauguró en México el fenómeno pago por ver. Al astro borinqueño el mexicano lo noqueó en 1992.
A Fernando Valenzuela tuvimos la oportunidad de conocerlo en la primera mitad de los años 1990, en el estadio de beisbol de la Universidad de Guadalajara, parque en el que jugaban los Charros de Jalisco. El Chiquilín, fotógrafo de La Opinión de Los Angeles y amigo de la leyenda, nos lo presentó para realizarle una entrevista. En 1948 don Héctor asistía al estadio de beisbol que se localizaba donde hoy es la terminal de autobuses, la conocida central vieja, su ídolo beisbolista siempre fue Babe Ruth, y sus ídolos boxeadores, una larga lista de pugilistas mexicanos, la que inicia con el nombre de Rodolfo «Chango» Casanova. Revista101.com