Héctor Castro Aranda, texto y fotografía, enviado especial Chicago | Nos enojamos o nuestros sentimientos suelen ser confusos con las despedidas de nuestras agrupaciones o artistas favoritos, que marcaron con sus creaciones momentos clave de nuestra vida, que estuvieron ahí acompañándonos en el día a día de cada uno de nosotros. Nos apegamos y generamos una conexión emocional con el material intelectual sonoro de distintas agrupaciones. Pero existe un género que marcó demasiado a una generación que actualmente sigue cautivando a nuevas audiencias: el thrash metal, que es uno de los subgéneros más influyentes y agresivos del metal, conocido por su velocidad, riffs potentes y letras provocativas. Este estilo musical emergió en la década de 1980, fusionando elementos del heavy metal tradicional con la rapidez y energía del punk rock. En este artículo, exploraremos el origen del thrash metal, la ciudad donde nació y cómo se convirtió en un fenómeno global desde la Bahía de San Francisco, California. Esta ciudad, conocida por su ambiente musical diverso y su vibrante escena rockera, se convirtió en el epicentro de un movimiento que cambiaría para siempre el panorama del metal. Influenciado por bandas de heavy metal como Judas Priest e Iron Maiden, así como por la energía cruda del punk, el thrash metal comenzó a tomar forma.
Una de las agrupaciones que incursionó y llevó este género hasta su muerte en 2019 fue Slayer. Desde sus inicios en 1981, siempre fueron fieles a su estilo y considerados uno de los cuatro grandes del género, junto a Metallica, Megadeth y Anthrax. Con 20 millones de discos vendidos y un Grammy en su haber, Slayer decidió poner fin a su carrera con un anuncio que generó polémica. Volviendo al tema principal de este artículo, desprenderse de una agrupación es difícil; el poder ya no disfrutar de sus conciertos o nueva música genera un malestar. Pero, sorpresivamente, este año anunciaron su regreso a los escenarios, y nos ponemos a pensar: ¿esto es bueno o malo? La gente parecía estar en contra de su regreso y, por medio de redes sociales, no los bajaron de necesitados monetarios. Pero, ¿qué es lo que molesta? ¿Podría ser el ego que crea el haber pagado y presumido por ser el afortunado de ver una banda y los demás no? No lo sabemos a ciencia cierta, pero vaya que causó malestar su noticia de regreso. Sin embargo, no fue una gira mundial la que anunciaron; fueron solamente tres fechas, pagadas por dos promotoras independientes, en Louder Than Life y Aftershock de Danny Wimmer Presents, siendo la primera en el Riot Fest en Chicago el 22 de septiembre.
Llegó el día y, ante las numerosas quejas, estuvo presente quien quiso y pudo disfrutar sin las malas intenciones de los quejosos. El Douglas Park en Chicago era lluvioso, los chalecos bordados con bandas se hacían presentes, las cabelleras largas comenzaron a agruparse en el escenario principal y una enorme manta con las letras Slayer se pintaba de rojo, anticipando un regreso único luego de cinco años. La lluvia paró y el Riot Fest les hizo un pequeño homenaje con un video tipo documental de la historia de Slayer. La nostalgia y emoción se hacían presentes; 50 mil personas gritaban “Slayer” con los ojos hinchados por la dupla emocional de alegría y tristeza. El gran halcón dorado surgió entre las cenizas, con fuego y gran brutalidad, como si se tratase de un funeral incierto. Revista101.com, fue testigo presente.
Los miembros centrales de la banda, el vocalista y bajista Tom Araya, los guitarristas Kerry King y Gary Holt, y el baterista Paul Bostaph. ofrecieron un setlist intenso de aproximadamente 20 canciones, incluyendo clásicos como “Raining Blood”, “Angel of Death” y “South of Heaven”. Tom Araya compartió su entusiasmo al mencionar: “No hay nada en el mundo como la hora y media que pasamos juntos en el escenario.” Kerry King añadió: “¿Extrañé tocar en vivo? Por supuesto.” La voz de Araya, perfecta, como si el tiempo no hubiera pasado para él a pesar de estar cerca de los 64 años. Su felicidad era imparable, tantos gratos recuerdos reflejados; esa rudeza que siempre proyectó desapareció. Era una persona feliz, totalmente alegre, regresando al lugar al que le dedicó más de la mitad de su vida. Kerry King, enfocado en lo suyo como siempre, y Gary Holt, tomando el escenario, puesto que es su naturaleza ser un profesional de las masas. La producción de Slayer ha sido la más ambiciosa hasta el momento en toda su carrera, reciclando un poco de su concierto del 2019, con integraciones como haber modificado sus Marshalls en cruces volteadas, pirotecnia y fuego de mayores proporciones, y una pantalla a la cual siempre le huyeron al instalarla en sus recitales. El futuro de Slayer es incierto y Revista101.com. estará en la tercera y última fecha de Slayer en el Aftershock en Sacramento el próximo 10 de octubre, desde el Discovery Park.
Antes de la presentación de Slayer, se vivió una jornada pesada y magnifica en el Riot Fest.
Gwar
Desde las profundidades del espacio, los Scumdogs of the Universe fueron enviados a conquistar este insignificante planeta flotante en un oscuro rincón del universo. GWAR no perdió tiempo y lanzó de inmediato Hail, Genocide! y I, Bonesnapper, para deleite de la audiencia, que ya estaba completamente inmersa en la energía de la banda. Fue en este momento cuando la banda desató una lluvia de sangre sobre el público ansioso, empapando las primeras cinco filas de pies a cabeza. Los desafortunados fotógrafos en la fosa de prensa salieron como si hubieran estado en una escena de Carrie de Stephen King. Sin duda, este fue uno de los conciertos de metal más emocionantes y entretenidos en el Riot Fest. Lo mejor de todo fue ver a los fanáticos salir del recinto empapados en sangre, pero con sonrisas satisfechas en sus rostros.
Mastodon y Lamb of God
Existen dos tipos de giras conmemorativas de álbumes: aquellas que revitalizan a una banda en su mejor momento y las que te hacen desear que el artista hubiera tomado esta decisión 10 años antes. Ni Lamb of God ni Mastodon son bandas novatas; ambas siguen siendo formidables en vivo y han lanzado una corriente constante de álbumes sólidos en los últimos años. Sin embargo, al haber pasado de clubes y teatros a anfiteatros y arenas, han acumulado una colección de canciones que algunos de sus fanáticos de la primera hora podrían haber escuchado hasta el cansancio. La gira Ashes of Leviathan corrige este problema, pero nunca hay garantía de cómo una banda se comprometerá a tocar un álbum completo. Algunas bandas, mirando hacia el futuro, no quieren centrarse en un disco de hace décadas, por lo que tocan los éxitos con la misma energía de siempre, pero dejando el resto a un lado. No es el caso de Mastodon y Lamb of God, quienes disfrutaron la oportunidad de tocar algunos de sus cortes más pesados, oscuros y desafiantes.
Ayuda mucho que ambos álbumes estén repletos de éxitos que definieron carreras. Los de Atlanta, Mastodon comenzó su set con «Blood and Thunder», marcando el tono con riffs estremecedores y una batería demoledora. Los gigantescos grooves de «Seabeast» e «Iron Tusk» energizaron a la banda, mientras Troy Sanders recorría el escenario y Bill Kelliher enfatizaba sus riffs con patadas bien sincronizadas. Las guitarras entrelazadas y las composiciones laberínticas de «Naked Burn» y «Aqua Dementia» fueron acentuadas por visuales deslumbrantes. El penúltimo tema de Leviathan, «Hearts Alive», de 14 minutos, llevó a la audiencia a un viaje épico antes de que Mastodon cerrara con un trío de canciones fuera del álbum. Un nublado día a las tres de la tarde mejoró la experiencia tanto para la audiencia como para la banda.
Para la mayoría de las bandas, seguir un set como el de Mastodon sería difícil, pero los deRichmond, Virginia ,Lamb of God, nunca ha sido como la mayoría. La ovación para Mastodon se transformó en auténtica histeria cuando los veteranos del metal de Virginia comenzaron su set con «Laid to Rest». Randy Blythe manejó sus gritos desgarradores como un martillo, mientras se mantenía en constante movimiento, saltando de las plataformas del escenario y bañándose en agua mientras las llamas rugían detrás de él. Mark Morton deslumbró con sus solos incendiarios en la canción que da título al álbum, y el baterista Art Cruz ejecutó los breakdowns de «One Gun» y «Break You» con precisión metronómica. Estos cortes profundos se mezclaron a la perfección con los clásicos «Now You’ve Got Something to Die For» y «Omerta», consolidando Ashes of the Wake como un álbum definitivo de metal del siglo XXI.
Rob Zombie
Las luces se apagaron y era el momento para Rob Zombie. Un telón cubría el escenario, pero cayó para revelar una enorme escenografía. En la parte superior estaba John Tempesta, el baterista de Zombie. A los lados había pantallas de video y lo que parecían ser potentes lanzallamas. Blasko y Riggs salieron al escenario y la banda comenzó a tocar. Zombie apareció desde la altura de una plataforma con su nombre, pirotecnia y luces. Zombie siempre es garantía de un buen espectáculo. “Demon Speeding” fue una de las primeras, y luego Rob bajó para tomar su micrófono y bailar al ritmo de “Dead City Radio and the New Gods of Supertown”.
El concierto continuó con muchos de los grandes éxitos de Zombie, tanto de su carrera en solitario como de White Zombie. Durante todo el show, hubo monstruos y demonios en el escenario, además de bailarinas en las plataformas de pirotecnia. Hacia el final del show, «Superbeast», «Dragula» y «Thunder Kiss ’65» retumbaron en Douglas Park. Rob Zombie fue perfecto para el Riot Fest; la temática del festival permitió desenvolverse sin problemas al oriundo de Haverhill, Massachusetts, de 59 años.