Ioannes Sdrech | La única emperatriz romana de origen serbio se encontró rodeada de soberanos desde su nacimiento y su autoridad fue fundamental durante los últimos latidos del imperio romano. Contrajo nupcias con el basileus Manuel Paleólogo el 10 de febrero de 1392 y arropó en sus entrañas a quienes serían los últimos emperadores de los romanos, Juan y Constantino. Manuel, como vasallo de los turcos otomanos mantuvo la estabilidad en el imperio sin abandonar los contactos y embajadas por Europa, que podrían traer alguna alianza en caso imprescindible.
El primer hijo varón de Helena y Manuel, Juan Paleólogo, nació el 17 de diciembre de 1392 y treinta años después, tras un derrame cerebral sufrido por Manuel II, fue Juan VIII quien se hizo cargo de los asuntos de Estado y de continuar adelante con las frágiles relaciones de vasallaje con el poderoso imperio turco. Padre e hijo mantuvieron marcadas diferencias sobre como debían desarrollarse las labores de gobierno, sintiendo el basileus Manuel cierta desilusión. Manuel Paleólogo fallecía en 1425, convirtiéndose así Juan en emperador único.
Muchos años antes de que Helena Dragaš quedase viuda, su padre, el noble serbio Constantino Dragaš, quien gobernaba el este de Macedonia, falleció en la batalla de Rovine el 17 de mayo de 1395 luchando bajo la causa otomana. El padre de Helena, a pesar de tratarse de un príncipe, ejercía igualmente como vasallo turco.
Tras veintitrés años de dirigir un imperio en declive terminante, el 31 de octubre de 1448, perecía Juan VIII sin descendencia e inmediatamente fue llamado al trono su hermano menor Constantino Dragases, quien había probado su capacidad como déspota de Morea y como regente de Constantinopla entre los años 1423 y 1424, cuando Juan había emprendido un viaje al oeste. De los seis hijos varones de Helena fue Constantino el único que llevó con orgullo el segundo nombre de su abuelo materno, Dragaš, que en griego figuraba como Dragases y hacía alusión a que era hijo de la hija del noble serbio Constantino Dragaš.
El deseo del finado Juan VIII era que su hermano Constantino le sucediera, Helena era del mismo pensamiento y fue la voluntad de la emperatriz viuda la que se impuso. A pesar de ser una mujer de edad avanzada y de haberse retirado como monja los últimos catorce años de su vida, bajo el nombre de Hypomene, se mantuvo activa en los asuntos cruciales de Estado. Brindó su apoyo categórico para que Constantino Dragases se convirtiera en el nuevo emperador. Cuestiones variadas avalaban al aspirante:
- Era el hijo favorito de Helena, además de que ambos mantenían una relación de cercanía y complicidad.
- Se trataba del menos problemático de los hermanos y el más confiable de entre los mismos.
- Había demostrado sus dotes de liderazgo y capacidad como estadista.
Otros de los hijos de Helena fueron Androniko, Theodoro, Demetrio y Tomás. Tras la muerte de Juan VIII, Demetrio y Tomás permanecían con vida e inmediatamente mostraron sus intenciones de hacerse con el mando del imperio. Aprisa se movilizaron para obtener los apoyos necesarios que les permitiesen acceder al trono, Tomás parecía ser un pretendiente débil, pero Demetrio era más peligroso y ante esta situación la emperatriz viuda afirmó su derecho como regente hasta que Constantino arribara a salvo a Constantinopla. Finalmente, ambos ambiciosos aceptaron la situación y respaldaron a su madre para que se pudiese proclamar a Constantino como emperador de los romanos. Tratándose de vasallos del imperio otomano, el siguiente en ser informado fue el sultán Murad II quien aprobó al candidato.
Tras el beneplácito turco Helena envió a dos emisarios, Alexios Laskaris y Manuel Paleólogo Iagros, acompañados de Tomás Paleólogo, rumbo a Morea con poderes para investir a Constantino como nuevo monarca, pero sin la posibilidad de llevar a cabo una ceremonia de coronación. El 6 de enero de 1449 Constantino Dragases fue investido y dos meses después fue conducido a salvo a Constantinopla.
Helena Dragaš, la última matriarca de los romanos, fue esposa de un extraordinario basileus y madre de un grupo de varones de personalidades diversas. Actuó como pilar y punto de equilibrio durante los últimos alientos de un decadente imperio, abandonando para siempre a su hijo Constantino XI el 23 de marzo de 1450. Un año más tarde fallecía también el sultán turco Murad II, ascendiendo al trono de la dinastía osmanlí el enérgico y belicoso Mehmet II, quien condenaría al imperio romano a la desaparición.
Agradecimiento especial a Koldo Gondra del Campo, de la página Bizancio Maravillosa en la red social Facebook, por su colaboración y asesoramiento.
Fuentes
NICOL, Donald M. The immortal emperor. Cambridge
VASILIEV, Alexander Alexandrovich. History of the Byzantine empire. The university of Wisconsin press
OSTROGORSKY, George. History of the Byzantine state. Rutgers
BARKER, John W. Manuel II Palaeologus 1391-1425 A study in late Byzantine statesmanship. Rutgers Revista101.com