
Héctor Castro Aranda, enviado especial Ciudad de México | El de Tennessee, Justin Timberlake, regresó a México en su segundo recital en solitario en México y el cuarto en el país. Recordemos que en 1999 y 2001, vino con N´SYNC y el 15 de diciembre de 2023 en Cancún en un selecto festival, llamado Quest. Pero el siete y ocho de febrero fue la primera experiencia dinámica para su público que lo estuvo esperando por años en la Ciudad de México.
El Forget Tomorrow World Tour, no ha causado tanto furor como otras giras, fuera otros tiempos, esto hubiera sido la locura en estadios, pero el Palacio de Los Deportes fueron dos fechas, lo que se podría transmitir a un Estadio GNP, pero saben de lo que hablamos, esa euforia no se sintió, pero el admirado de Michael Jackson, no decepcionó para nada. El evento fue una verdadera obra maestra de escenografía, combinando un despliegue tecnológico de primer nivel con su característico estilo de baile, funk electrizante y baladas emotivas.
Vestido con elegancia casual, Timberlake estuvo acompañado por 15 bailarines, coristas y músicos. Su banda, The Tennessee Kids, incluyó al guitarrista Elliot Ives, también originario de Memphis y graduado de Rhodes College, además de una sección de metales para darle un toque funk-soul tradicional. Los sintetizadores y teclados, ocasionalmente tocados por el propio Timberlake, añadieron una capa electrónica que armonizó con el diseño vanguardista del escenario.
Uno de los elementos más impresionantes de la puesta en escena fue un monolito gigante que emergía desde la parte trasera del escenario. En algunas canciones, este se transformaba en una pantalla de video, como en «Drown», donde simulaba ser un tanque de agua con una imagen de Timberlake luchando por escapar. El escenario también presentó visuales psicodélicos y paisajes apocalípticos, mientras palabras como «LOVE» y «SEX» destellaban en la pantalla.
El clímax del show llegó cuando Timberlake y su banda dejaron el escenario principal y se dirigieron a una plataforma más íntima en medio del público, donde interpretaron «Flame» y «Selfish». Para el gran final, regresó al escenario principal y desató una energía imparable con un trío de éxitos: «Can’t Stop the Feeling!», «Rock Your Body» y «SexyBack».