
Ioannes Sdrech | Franz Timmermann, Karlsten Brandt, François Lefort y Patrick Gordon. ¿Qué pueden tener en común estos cuatro hombres europeos? Todos ellos vivieron en un mágico lugar conocido como el enclave alemán. Se trataba de un paraíso de apertura, igualdad de género y modernidad perdido en la ignorancia de una nación tan vasta como atrasada, la Rusia del siglo XVII.
La noche del 30 de mayo de 1672 una estrella fugaz paseaba sobre los cielos de Moscú. Está claro que aquello que danzaba por los aires era algo único, algo que no pertenecía a este planeta y que al atravesar nuestra atmósfera brilló con luz propia. Se trataba de un ser inmenso en físico y en espíritu, una piedra preciosa en bruto que no se desintegró, tocó tierra e hizo nacer la leyenda de Pedro el grande. Un niño vigoroso, despierto, inquieto y capaz, que crecería en una Rusia salvaje, violenta y confusa. Su padre, el zar Aleksey Mikhailovich pereció durante la noche del 29 al 30 de enero de 1676, pasando el gobierno a manos del hijo mayor, Fyodor Alekseyevich.
Después de seis años de un gobierno sin luces Fyodor murió sin descendencia. Por tal motivo, a partir de 1682, quienes reinarían el zarato serían la tropelía, el desconcierto, las revueltas y una ola de insólitos atropellos que culminarían por otorgarle la regencia, así como el poder absoluto a la media hermana de Pedro, la zarevna* Sofía. Esta medida ocasionaría que Pedro, de diez años, a pesar de haberse convertido en legítimo zar de Rusia se exiliara en compañía de su madre a Preobrazhenskoye.
Muy cerca de ese lugar se encontraba aquel asentamiento de extranjeros, el famoso enclave alemán. Sus habitantes eran italianos, daneses, escoceses e ingleses; víctimas de las las persecuciones de Oliver Cromwell, holandeses, franceses protestantes; quienes preferían huir de su país antes de cambiar de religión, suecos y alemanes. Pedro conoció, convivió e hizo amistad con estos personajes peculiares quienes revolucionarían su mente y harían cambiar su expectativa de la vida al completo. A Pedro le interesaba la mar y los horizontes que existían más allá de la Rusia arcaica que comenzaba a detestar. El problema para el joven y soñador zar era que Rusia contaba con un solo puerto, Archangel.
En la mente de Pedro permaneció siempre una amargo recuerdo, aquellos momentos en que su media hermana, la zarevna Sofía, le desplazó de su legítima posición de cruenta manera. Durante la lucha de poder por parte de las diversas facciones, el muchacho presenció sangre y muerte, algo terrible para quien por entonces contaba con solo diez años. Su madre, Natalia Naryshkina, a pesar de ser la zarina** y legítima regente huyó con su hijo. Ahora Pedro era feliz lejos de Moscú y aprendía al lado de los holandeses Franz Timmermann y Karlsten Brandt todo lo referente a la náutica, gran pasión para Pedro.
La cuestión era que nuestro soñador tenía que conformarse con practicar la navegación en lagos o acudir al puerto de Archangel. Mientras tanto aquel niño asustado se transformaría en un joven lleno de ideales y a la vez comenzaba a forjarse un hombre adulto de solo diecisiete años. Conforme los días y las largas noches de juerga transcurrían la arrolladora personalidad y el poderío físico de Pedro iban en incremento, convirtiéndose en un gigante de casi dos metros de altura y encargando su primera flota de barcos a Holanda, directamente al alcalde de Ámsterdam, Nicolaes Witsen.
Además de los lagos y la mar, otro de los pasatiempos del exiliado emperador era jugar a la guerra. Creó sus propios ejércitos de aficionados y los enfrentaba los unos contra los otros. De manera natural aquellos soldados evolucionarían en una importante milicia profesional. Además de esto, muchos regimientos de streltsy*** abandonaron a la zarevna Sofia para vincularse a quien consideraban el auténtico dueño de Rusia, Pedro Alekseyevich. Finalmente la usurpadora renunció a ese poder que le había trastornado y fue obligada a ingresar a un monasterio en 1689. Por su parte el suizo François Lefort y el escocés Patrick Gordon instruían al zar Pedro en el arte de la guerra, comenzaban a pulir aquella piedra preciosa que había ingresado de manera espectacular a nuestra atmósfera aquella noche de mayo de 1672.
*Zarevna. Hija o hermana del zar.
**Zarina. Esposa del zar.
*** Streltsy. Cuerpo militar oficial del imperio ruso.
Fuentes
TROYAT, Henry. Peter the great. Dutton
HUGHES, Lindsey. Russia in the Age of Peter the great. Yale university press. Revista101.com