
Con una carrera que abarca siete décadas, Robert De Niro ha dejado huella en casi todos los géneros cinematográficos, pero siempre será recordado como una leyenda en las películas de gánsteres. Desde El Padrino II hasta Érase una vez en América, Los intocables, Buenos muchachos, Casino y más, su impacto en el cine de mafiosos es innegable.
Si esta reflexión te suena familiar, es porque se ha debatido mucho en el pasado, especialmente cuando El irlandés de Martin Scorsese se estrenó en 2019. Aquella película honró el legado del género, consolidándose como una épica digna del mejor De Niro. Seis años después, The Alto Knights, de Barry Levinson, se siente como veneno en el pozo. En lugar de sumar a la grandeza del actor en este tipo de historias, la película es un desastre que uno preferiría olvidar.
Más allá del atractivo de ver a Robert De Niro en un nuevo filme de mafiosos, el gran «gancho» aquí es que interpreta dos papeles, pero la ejecución de esta idea es torpe y solo suma a los múltiples problemas de la película. Con una narrativa repleta de exposición innecesaria, un ritmo exasperantemente lento y la total ausencia de secuencias impactantes, el filme no aporta nada positivo al género. Cada escena se alarga dos minutos más de lo necesario, los diálogos son tan artificiales que parecen improvisaciones fallidas, y aunque por momentos la película insinúa que algo interesante podría ocurrir, nunca llega a concretarse y en momentos se siente caricaturesca y con un presupuesto bajo. Las escenas de las calles de Nueva York, se ven de video musical de los años 1980, no se ven vivas cómo aquellos clásicos de la Mafia. Se siente como si hubiesen apurado a terminar el filme.
En la película, De Niro da vida tanto a Frank Costello como a Vito Genovese, dos figuras clave del crimen organizado en Nueva York durante mediados del siglo XX. A pesar de haber crecido juntos y considerarse amigos cercanos, su relación cambia cuando Vito huye del país para evitar cargos criminales, dejando su imperio en manos de Frank.
Bajo el liderazgo de Costello, todo parece ir sobre ruedas, pero cuando Genovese regresa, su temperamento impulsivo y su deseo de introducir el tráfico de drogas en el negocio generan tensiones. Frank cede parte de su poder, pero el conflicto se intensifica con el creciente escrutinio de las autoridades, hasta que Vito decide ordenar un atentado contra su viejo amigo, aunque este no sale como lo planeado.
En 2025, las actuaciones dobles están en auge, con Robert De Niro en The Alto Knights, Theo James en The Monkey, Robert Pattinson en Mickey 17 y Michael B. Jordan en Sinners. Sin embargo, la interpretación de De Niro no pasará a la historia como un referente de esta tendencia. El problema radica en la falta de diferenciación entre ambos personajes. A diferencia de los otros filmes mencionados, donde los personajes duales son gemelos, clones o versiones alternativas, aquí Frank y Vito son individuos completamente distintos, pero la película no logra transmitirlo. La única diferencia notable es que Vito es un tipo explosivo que usa gafas oscuras todo el tiempo, mientras que Frank es más relajado y tiene un poco más de cabello. Y eso es todo. Las escenas en las que ambos personajes interactúan son artificiales y torpes, con ediciones obvias para disimular el truco, lo que impide que la audiencia se sumerja en la historia.
Si la fallida interpretación de De Niro no fuera suficiente, The Alto Knights también sufre de un guion plagado de diálogos repetitivos y vacíos de contenido. Muchas escenas parecen seguir el mismo patrón: «No confía en ti.» «¿No confía en mí?» «No confía en ti.» «¿Cómo que no confía en mí?» «No confía en ti por aquello que hiciste.» «¿Cómo no va a confiar en mí por aquello que hice? ¡Qué descaro!» «¿Qué te digo? No confía en ti.» El intento de hacer que los diálogos suenen naturales solo resulta en escenas interminables y desesperantes.
Por si fuera poco, la película recurre a soluciones narrativas simplistas y poco inspiradas. La historia comienza con el fallido intento de asesinato contra Frank Costello, el único evento realmente emocionante en dos horas de metraje, y todo el relato es contado a través de la voz en off del propio Frank, con constantes cortes a escenas donde le habla directamente a la cámara sin ninguna justificación. Nicholas Pileggi, guionista de clásicos como Buenos muchachos y Casino, firma aquí uno de los trabajos más extraños de su carrera.
Y si aún quedaban esperanzas de un clímax impactante, la película las destruye con una secuencia risible: los jefes criminales huyen en pánico de una reunión porque ven a la policía anotando matrículas, mientras el protagonista se entretiene comprando fruta en un puesto de carretera. En el papel, The Alto Knights tenía el potencial de ser una gran película del género, pero su ejecución deja mucho que desear en todos los aspectos. Es probable que, un año después de su estreno, pocos recuerden algún detalle de este decepcionante intento de cine mafioso.