
En las regiones Valles y Ciénega, de Jalisco el proyecto Vías Verdes, impulsado por la Secretaría de Cultura, transforma antiguas vías de tren abandonadas en una red de senderos culturales y recreativos que unen historia, naturaleza y comunidad.
Vías Verdes ha convertido seis estaciones ferroviarias del siglo XIX y XX en centros culturales activos, mientras recupera 98 kilómetros de caminos para sus usuarios.
Con talleres artísticos, museos temáticos y rodadas guiadas, esta iniciativa no solo preserva el patrimonio, sino que teje una nueva identidad para la región.

El eje del proyecto son tres senderos principales, que alguna vez transportaron mercancías y pasajeros.
José Méndez Menchaca, Coordinador de Vías Verdes Jalisco, explica que cada ruta está bordeada por cuatro líneas de árboles —dos junto al sendero y dos en los límites—.
El tramo más extenso, de 44 kilómetros, une Tala con Ameca sobre un pavimento de concreto accesible para bicicletas.
Esta ruta acompaña a peregrinos que avanzan hacia el Santuario de Talpa, mientras atraviesa haciendas señoriales como Buenavista, Cuisillos y San Antonio Matute, cuyas casonas de adobe y capillas barrocas narran siglos de historia agrícola.

A mitad de camino, en La Vega, en Teuchitlán, se bifurca otro sendero de 34 kilómetros hacia Etzatlán, flanqueado por paisajes de agave y huertas.
Después, serpentea entre los municipios de Teuchitlán, Ahualulco de Mercado, San Juanito Escobedo y Etzatlán, funcionando como un corredor donde conviven vestigios prehispánicos, recursos hídricos y reservas naturales.
Aquí ciclistas y caminantes pueden desviarse hacia la zona arqueológica de Guachimontones.
En la Ciénega, los municipios de Ocotlán y Atotonilco suman 12.7 kilómetros construidos.
Además de las vías, el programa incluye diez kilómetros de conexiones asfaltadas hacia puntos estratégicos como CUValles y zonas arqueológicas.

Las seis estaciones recuperadas en Ameca, La Vega, Etzatlán, San Marcos, Ahualulco de Mercado y Atotonilco, fueron construidas entre 1850 y 1905 y hoy reviven como centros culturales.
Las rodadas guiadas son el sello de Vías Verdes. Siete guías especializados —uno por estación— acompañan a visitantes para explicar la historia de puentes metálicos, alcantarillas centenarias y antiguos paraderos.
En Etzatlán, la antigua terminal alberga el Museo del Maíz y el Museo Ferroviario, donde se exhiben herramientas y fotografías de la época dorada del tren.
Ahualulco de Mercado prepara un espacio similar, pero en todos se ofrecen talleres de guitarra, danza folclórica, zumba y artesanías en cantera.
En La Vega, se ofrecen zonas de descanso junto a la presa, mientras en Atotonilco, considerado el tramo mejor conservado, los senderos serpentean entre gran arbolado.

El programa busca actualmente restaurar tres paraderos históricos y puentes, además de gestionar mantenimiento constante.
Ximena López Nakashima, Directora de Patrimonio Cultural, expresó que el próximo objetivo es cerrar la brecha entre Ocotlán y Atotonilco, uniendo 21 kilómetros para crear un circuito completo.
Las estaciones siguen ampliando su oferta cultural y el éxito del programa también radica en la apropiación ciudadana.
Vías Verdes demuestra que los rieles pueden ser más que nostalgia, sino un camino hacia el turismo sustentable y la memoria viva. Revista101.com
