
Issac Anaya, texto y fotografía | Para tratarse de una banda con un sonido tan monumental y hermoso, el inicio es sorprendentemente sobrio, en el mejor de los sentidos. Con la inesperada introducción de War Pigs de Black Sabbath como pista de entrada, el bajista Chester Hansen aparece solo en el escenario tenuemente iluminado. Detrás, una enorme sábana blanca cubre el famoso órgano del recinto. Toca una melodía irreconocible que se transforma gradualmente en «Eyes On Me», pieza de su más reciente material, Mid Spiral. La noche del nueve de abril en el Teatro Estudio Cavaret, sería de jazz psicodélico.
Proyecciones de paisajes desérticos e imágenes abstractas hipnotizan al público, con loops visuales que hacen sentir el show como un experimento artístico setentero. Uno podría imaginar estar en un laboratorio creativo de los 1970, al estilo de las proyecciones psicodélicas de Pink Floyd. El cuarteto instrumental de Toronto se mueve con naturalidad entre sus sinfonías experimentales y sesiones de jazz puro, y esta noche exploran ambos terrenos con maestría.
El set gira principalmente en torno a Mid Spiral, destacando temas como «Take Me With You», «Weird & Wonderful», «Confessions» y «Your Soul & Mine». Un momento destacado fue su homenaje a Roy Ayers, que falleció hace unos meses con el tema, «Everybody Loves the Sunshine».También hay guiños a discos anteriores, para complacer a los fans de siempre. El nuevo jazz está ganando terreno rápidamente, y Guadalajara, lo ha recibido con entusiasmo. Esta noche no está llena del público tradicional del jazz: predomina la juventud, atraída por artistas frescos como Alfa Mist, Kokoroko y Ezra Collective, que fusionan el jazz con sensibilidades del hip-hop, y BADBADNOTGOOD está claramente a la vanguardia de este movimiento.
BADBADNOTGOOD es, sencillamente, fenomenal. Ya sea siguiendo la estructura clásica del jazz introducción, solos, cierre o creando explosiones sonoras caóticas, la banda captura la atención del público y no la suelta jamás. Los solos de saxofón de Leland Whitty son de otro mundo, y los recorridos por los teclados de Felix Fox son absolutamente electrizantes. El clímax llega con «Chocolate Conquistadors», dejando claro que aunque no reinventan el jazz, sí están liderando una nueva era sonora. Como se vivió esta noche, estamos ante una nueva generación del jazz que merece ser abrazada con los oídos y el corazón abiertos.