
Héctor Castro Arada | El King Crimson de los años 80 era una criatura distinta comparada con sus encarnaciones anteriores: excéntrica, con toques de jazz y mucha experimentación. La legendaria formación de Robert Fripp, Adrian Belew, Tony Levin y Bill Bruford grabó tres álbumes icónicos entre 1981 y 1984: Discipline, Beat y Three of a Perfect Pair. BEAT, una banda que incluye a la mitad de esa alineación original, ha estado gestándose durante casi cinco años, luego de una larga gira por Estados Unidos, decidieron complacer a México con dos fechas. Monterrey y Ciudad de México, siendo esta la más memorable por la cantidad de personas reunidas, cerca de seis mil devotos del progresivo en el 27 de abril en Velodromo Deportivo.
Poco antes de las nueve de la noche, uno por uno de los integrantes subieron al escenario, saludaron al público, conectaron sus instrumentos y se entregaron por completo, mente, cuerpo y alma. El concierto arrancó con cuatro temas de Beat: una vibrante “Neurotica”, seguida de la maravillosa “Neal and Jack and Me”, “Heartbeat” y “Sartori in Tangier”. Adrian Belew retomó su papel como vocalista y guitarrista, acompañado por Tony Levin en el bajo. Steve Vai y Danny Carey asumieron los desafiantes roles de Fripp y Bruford, respectivamente. El repertorio abarcó la mayor parte de la trilogía mencionada, con solo unas pocas canciones fuera del setlist. La forma en que organizaron el concierto, recordó a la estructura de “lado izquierdo” y “lado derecho” de Three of a Perfect Pair, solo que invertida.
Belew, vestido con un sombrero tipo porkpie blanco así como su traje, liberó su distintivo alarido vocal, todavía intacto más de 40 años después, mientras Vai, luciendo como una mezcla bien vestida entre Billy Gibbons, Stevie Ray Vaughan y Zorro, para nosotros un pachuco, contorsionaba su rostro con cada empuje y estallido de su guitarra multicolor con diseño psicodélico. Una maravilla admirar a Vai, en una versión distinta de el.
“¡Rock matemático!”, dijo sonriendo un fotógrafo a mi lado. No se equivocaba. Tocar las piezas de estos álbumes requiere una concentración y virtuosismo extremos. Estos músicos ensamblaban piezas musicales complejas y sonreían con júbilo al lograr que el rompecabezas encajara. Incluso cuando surgía alguna falla con un pedal o una desaceleración en el tempo, el grupo simplemente sonreía y lo dejaba pasar. La sinergia entre los miembros era lo prioritario. Los movimientos de Belew y Levin, nos transportaba a aquellas grabaciones clásicas de Crimson en Fréjus en el 1982 y Japón en el 1984.
Vai no es ajeno a las melodías difíciles ni a la técnica depurada. Estamos hablando de un músico que logró impresionar al mismísimo Frank Zappa cuando era adolescente. Y el hecho de que no imitara a Fripp trajo una energía y una dinámica distinta al espectáculo de BEAT. El simple hecho de que Vai tocara de pie y diera rienda suelta a su guitarra con técnicas que iban desde el tapping hasta el shredding fue algo inolvidable. Su solo de varios minutos en “The Sheltering Sky”, en la segunda mitad del show, evocó a Al Di Meola y Steve Hackett; fue una clase magistral de brillantez y todos tomamos nota con los ojos y los aplausos.
Tras una breve pausa, Carey, el más informal del grupo, con camiseta y shorts y regresó al escenario justo cuando las luces se apagaban para comenzar con “Waiting Man”. Belew, tomó otro par de baquetas y tocó junto con Carey, que parecía un niño en Navidad. Su sonrisa se veía incluso desde la última fila del Velodromo. Levin también brilló a lo largo del show, vestido con una chamarra blanca sobre ropa negra ,quizás en homenaje a Peter Gabriel,. “Sleepless” fue especialmente divertida, con Levin cambiando del slap tradicional a su técnica característica de funk fingers. Sus dedos rápidos que competían con la velocidad de Vai en la guitarra, un encuentro épico de talla mundial entre dos monstruos sagrados.
Aunque la banda no tenía nada que probar, siguieron deslumbrándonos con una pieza estelar tras otra. “Frame by Frame” fue impecable, seguida del hermoso trabajo con slide de Belew en “Matte Kudasai”. Elephant Talk”; encarnó todo el material de archivo de la alineación ochentera de Crimson. Si Vai tenía alguna duda sobre igualar el virtuosismo de Fripp, no debía temer: desplegó todas sus habilidades como quien se quita el sombrero y su saco al iniciar la segunda mitad del show. Belew se tomó el tiempo de rendir homenaje a Fripp y Bruford por sus respectivas contribuciones a esta música. En tributo, la banda interpretó una poderosa versión de “Red” antes de cerrar la noche con la imponente “Thela Hun Ginjeet”. Varios de los asistentes entre charlas, se preguntaban porque mucha de la música les sonaba a algo muy familiar, pues Adrian Belew colaboró con Talking Heads, principalmente en la creación de música para su álbum «Remain in Light» en 1980. trabajó con David Bowie en varias ocasiones. Fue guitarrista y corista en la gira mundial Isolar II de Bowie en 1978 y colaboró en el álbum de estudio «Lodger» de 1979. También trabajó como director musical en la gira Sound+Vision de 1990.