
Rodrigo Lemus; fotografías, Elza Aguirre, texto. | Los británicos de Judas Priest, regresaron a Ciudad de México para ofrecer un gran espectáculo en la Arena CDMX ante más de 22 mil personas en lo que es su primer recital en solitario en varios años el cuatro de mayo. Los invitados especiales eran los progresivos suecos de Opeth, donde supuestamente era un concierto compartido con Judas, celebrando los 30 años del festival Monsters of Rock en América Latina. Pero obviamente eso no fue así, Opeth si bien tiene un estatus y son una maravilla, pero quedaron en segundo plano, este era el concierto de Judas Priest.
A las 10:30 de la noche, las luces se apagaron y os fans coreaban “War Pigs” de Black Sabbath, que marcó el inicio del set de Judas Priest. La banda arrancó con el sencillo “Panic Attack” de su nuevo álbum Invincible Shield. Fue la apertura perfecta para mostrar el sorprendente rango vocal de Rob Halford, que no se ha visto afectado a pesar de sus 73 años. Priest continuó con el clásico de 1982 “You’ve Got Another Thing Comin’”, mientras los cuernos metálicos, índice y meñique y los puños alzados ondeaban sobre la multitud.
La banda desató éxitos como “Breakin’ the Law” y “Turbo Lover”; sus miembros vestían el clásico cuero negro, aunque Halford cambiaba de atuendo prácticamente en cada canción, con suficientes chamarras adornadas con lentejuelas brillantes, hilo metálico, cuero con tachuelas y flecos plateados, como para llenar un vestidor. Richie Faulkner, el guitarrista que reemplazó al fundador K.K. Downing hace casi 15 años, masticaba chicle mientras interactuaba constantemente con el público, señalando a fans con los cuernos del diablo y lanzando púas sin parar. Faulkner y Andy Sneap, quien reemplazó a Glenn Tipton en las giras desde 2018 tras el diagnóstico de Parkinson del veterano de Priest, recreaban el emblemático sonido de guitarras gemelas, con Halford a menudo inclinándose para observar el trabajo de Faulkner mientras sus dedos recorrían el mástil.
A medida que el show se acercaba al final, el baterista Scott Travis, oriundo de Norfolk, Virginia, se tomó un momento para elogiar a sus compatriotas sureños antes de preguntar qué canción querían escuchar a continuación. Todos sabían la respuesta: “Painkiller”, que incluye tanto los chillidos agudos de Halford como el espectacular trabajo de batería de Travis. El espectáculo concluyó con otro clásico, “Electric Eye”. Halford interpretó “Hell Bent for Leather” subido a una motocicleta con un sombre charro, que condujo sobre el escenario, antes de cerrar la noche con “Living After Midnight”.