
Héctor Castro Aranda | Café Quijano es una de esas agrupaciones capaces de transformar la tradición en algo moderno, fresco y atemporal. Nacidos en la ciudad de León, España, los hermanos Manuel, Óscar y Raúl Quijano supieron desde sus inicios cómo conectar con las emociones del público a través de una propuesta única: una mezcla de pop, bolero, rock latino y blues con letras cargadas de melancolía, sabor y nostalgia. A más de dos décadas del lanzamiento de su primer álbum, el grupo no solo sigue vigente, sino que reivindica su estilo con una nueva producción: Miami 1990. Con más de 25 años de trayectoria, Café Quijano ha sabido adaptarse sin perder su esencia. Su música sigue siendo una carta de amor a los ritmos latinos, al blues, al pop clásico y a la bohemia contemporánea. Café Quijano, llegará el siete de junio al C3 Stage, donde ofrecerán un recorrido de todas su producciones y de Miami 1990.
Revista101.com, charló con Manuel Quijano, voz principal y líder de Café Quijano.
—¿Cómo fue que Café Quijano se desenvolvió por los ritmos del son cubano, afroantillanos y demás ramas muy de América Latina?
—Nuestro primer disco fue quizás un laboratorio donde experimentamos con los sonidos más latinos con los que nos habíamos criado y que escuchábamos desde niños en casa. Nuestro padre es amante de la música mexicana, del bolero, sobre todo de los tríos mexicanos. Entonces, entre todo eso, hicimos una especie de popurrí de sonidos para ver por dónde íbamos. Definitivamente, el segundo disco también trató de ser un poco así, hasta que encontráramos un sonido. Nos sentíamos cómodos en las variantes, pero fue hasta que llegó «La Lola», que nos dimos cuenta de que por ahí era la onda: un pop rock latino enérgico. La taberna del Buda fue la que marcó ya la línea a seguir hasta el día de hoy. Con nuestra nueva producción Miami 1990, hacemos una actualización de ese sonido.
—¿Por qué su nuevo disco se llama Miami 1990?
—Nosotros somos de León, una ciudad muy pequeña al norte de España y yo estaba fascinado con la serie de televisión Miami Vice. Aquella serie me marcó mucho. Me apetecía conocer esa ciudad y fui a conocerla en octubre de 1990. Ahora puedes conocer cualquier sitio sin estar presente gracias a la internet y las redes sociales pero aquellos tiempos, solo tenias las series y películas para poder observar un sitio, había poca opción. Mis hermanos llegaron al poco tiempo después y Miami es una ciudad que ha formado parte de nuestras vidas, la mitad de nuestras vidas y queríamos hacer una especie de homenaje a esa ciudad que ha sido parte de la historia de Café Quijano, con el sonido más nuestro, más de La taberna del Buda, con nuestros recuerdos e historia de una ciudad que nos sorprendió muchísimo hace 35 años.
—Hemos escuchado Miami 1990 y tiene un sonido fuerte y que en algunos momentos nos recuerda a los Dire Straits, ¿estamos en lo correcto?
—Acertada tu mención a Dire Straits. Es mi banda favorita de toda la vida. Me encanta que los cites. Hay cierta reminiscencia, «Sabes qué te digo», en esa canción, en la entrada, hay unas notas que son un homenaje al solo de «Sultans of Swing» de Dire Straits. Toda la vida hemos coqueteado con el blues americano, con esos arreglos, con esos metales bluseros y latinos: una especie de mestizaje entre lo americano y lo latino. Hay mucho nuevo y mucho de lo que ya había en La taberna del Buda, que salió en el año 2001.
—España tiene un sonido muy característico con su rock, con su pop, es muy identificable, ¿cómo ustedes se separaron de esas melodías?
—De forma muy natural, yo, sobre todo, que soy el que hace las canciones, tenía mucha más influencia de la música caribeña, de Cuba, de Puerto Rico, de toda América Latina. Eso me influenciaba mucho. También el pop rock que escuchaba en aquel entonces. Era bastante desconocedor de lo que se hacía en España, por eso no había influencia de nuestra propia música. Me fui muy pronto para Miami y me influenció mucho lo que se vivía en Estados Unidos en esa época. Aquellos sonidos me marcaron mucho.
—¿México es un gran mercado para Café Quijano?
—Nuestro mercado natural es España, por supuesto, pero nuestro mercado más importante sigue siendo México, en términos reales y sentimentales. México nos acogió siempre. Es nuestra segunda casa, siempre nos acogió de una manera especial. Además, el mercado e influencia que tiene sobre América Latina y en Estados Unidos… México es una referencia para todos los artistas que cantamos en castellano y, sobre todo, es un país muy grande, con una cultura musical gigante y un conocimiento exquisito de la música. Para nosotros es primordial volver a pasar tiempo en México.
—¿Qué opina acerca de la industria de la música actualmente?
La industria se ha ido adaptando a los tiempos actuales, y una cosa es lo que se escucha y otra el mundo en el qué convive la industria actualmente. La promoción ahora es muy diferente a como era hace 25 años, y hay un sector muy amplio de una música que predomina en el mundo, qué es la urbana. Nosotros nos mantenemos al margen de todo eso. Vamos por nuestro camino, con nuestro propio mercado, pero en la sugerente línea de estar presentes en los cambios evolutivos de la industria.
—¿Le agrada que el formato vinilo este activo como una propuesta más para escuchar música?
—Es muy bonito y es algo muy nostálgico. Era un objeto de culto, pero ahora forma parte de las bibliotecas musicales de un público más general, y se comienza a consumir de manera masiva nuevamente. Además, a mí me gusta mucho el sonido del vinilo: tiene un sonido gordo, muy intenso, distinto al del CD. También la presentación es más detallada: la exposición del embalaje del producto. Como agrupación contamos con varios vinilos en nuestro repertorio. Manhattan tiene un diseño muy bonito, y tenemos todas nuestras producciones en este formato. La idea es que cada material que saquemos salga también en vinilo. El vinilo es precioso. Es una obra de arte.