
Douglas McCarthy, una de las voces más influyentes y combativas del movimiento EBM (Electronic Body Music), falleció este miércoles a los 58 años, dejando tras de sí un legado cargado de ritmo, furia y experimentación electrónica. La noticia fue confirmada por las redes oficiales de Nitzer Ebb, su histórica banda, aunque sin revelar la causa de muerte. “Pedimos respeto por Douglas, su esposa y su familia en este momento tan difícil”, fue el mensaje escueto pero conmovedor que compartieron sus compañeros. Figura fundamental en la construcción del sonido agresivo y mecánico que marcó a la electrónica de los ochenta y noventa, McCarthy fue mucho más que un vocalista: fue un líder escénico, un provocador y un innovador en un género que encontró en su voz y presencia una identidad brutalmente honesta.
Nacido el 1 de septiembre de 1966 en Chelmsford, Inglaterra, Douglas McCarthy fundó Nitzer Ebb en 1982 junto a sus compañeros de escuela Bon Harris y David Gooday. El nombre no significaba nada: tomaron letras al azar de un periódico y las reorganizaron, dando forma a un título tan crudo y desconcertante como la música que producirían. En una época donde la electrónica comenzaba a desafiar los márgenes del pop y el punk había dejado un campo fértil para la experimentación sonora, Nitzer Ebb propuso un enfoque radical: eliminar guitarras, bajos y baterías en favor de sintetizadores duros, cajas de ritmos industriales y una voz autoritaria que rugía órdenes más que cantar melodías. Así nació un sonido que combinaba el nihilismo punk con la frialdad digital, y McCarthy fue su comandante de campo.
Nitzer Ebb no alcanzó el éxito comercial masivo, pero sí logró una relevancia sostenida en la escena alternativa mundial. Canciones como “Join in the Chant”, “Let Your Body Learn”, “Control I’m Here” y “Murderous” fueron himnos en las pistas industriales de todo el mundo. La estética minimalista y marcial de McCarthy se combinaba con letras escuetas pero intensas: fuego, músculo, odio, iglesia, mentiras, armas. Palabras como golpes. Mensajes como manifiestos. El álbum debut, That Total Age (1987), es considerado una obra clave en el desarrollo del EBM, al lado de otros pioneros como Front 242, DAF o Skinny Puppy. Le seguirían Belief (1989), Showtime (1990) y Ebbhead (1991), este último producido por Alan Wilder de Depeche Mode, con quien McCarthy desarrollaría una cercana relación artística. De hecho, su voz formó parte de varios proyectos de Recoil, la banda alterna de Wilder.
A pesar de que la banda se disolvió oficialmente en 1995 tras el lanzamiento de Big Hit, McCarthy nunca abandonó la música. En los años 2000 se asoció con el productor techno Terence Fixmer para crear Fixmer/McCarthy, una alianza que renovó su sonido industrial con una carga más rítmica y atmosférica, ganándose el respeto de una nueva generación de seguidores de la música electrónica.
En 2013 lanzó su único disco solista, Kill Your Friends, una obra oscura, introspectiva y cargada de ironía. Sin embargo, fue con las reuniones esporádicas de Nitzer Ebb, sobre todo tras su regreso en 2006, que McCarthy volvió a conectar con su base de fans más fiel. Giraron por todo el mundo, revalorando su catálogo y ganando visibilidad gracias a la inclusión de su música en bandas sonoras como Saw y videojuegos como Grand Theft Auto IV.
En 2021, McCarthy enfrentó complicaciones derivadas del Covid-19 mientras ofrecía un concierto en West Palm Beach, Florida. A pesar del susto, decidió seguir en la ruta. No obstante, en 2024 anunció que se retiraría temporalmente de los escenarios debido a una cirrosis hepática, enfermedad con la que venía luchando desde hacía años. “Hace más de dos años que no bebo, pero la recuperación es un proceso largo y a veces impredecible”, escribió en una publicación sincera. Esa fue, probablemente, la última vez que sus seguidores lo vieron en público.
Más que una banda, Nitzer Ebb fue un manifiesto sonoro, una provocación constante a la complacencia musical. McCarthy, con su voz grave, su postura desafiante y su ética de trabajo inflexible, se convirtió en el símbolo de una forma distinta de entender la música electrónica: no como entretenimiento, sino como herramienta para sacudir cuerpos y conciencias. Admirador de Nick Cave desde la adolescencia, McCarthy tomó nota de su intensidad escénica para construir su propio personaje: un frontman que gritaba, intimidaba y encarnaba cada palabra que salía de su boca. “Lo que aprendí fue que teníamos que tener nuestra propia identidad”, dijo en una entrevista de 2019. “La conclusión fue: ‘Que se friegue todo el mundo’”.
Aunque Douglas McCarthy nunca buscó la fama convencional, su influencia es palpable en decenas de bandas y productores que lo citan como referente. Desde Nine Inch Nails hasta The Hacker, desde VNV Nation hasta Youth Code, su huella está en cada beat mecánico, en cada sample militarizado, en cada grito de resistencia que escapa de los clubes oscuros del mundo. Hoy, mientras su voz deja de resonar en vivo, su legado sigue ardiendo en las pistas de baile y en los corazones de quienes encontraron en su música una forma de rebelión, de afirmación y de identidad. Descansa en poder, Douglas McCarthy. Tu grito sigue retumbando.