Marco Galván | La alineación de Black Sabbath fue cambiando a lo largo de los años, pasando por diferentes músicos y cantantes. Uno de los más representativos, carismáticos y con una tesitura vocal única es Tony Martin, quien fue el frontman de la banda por una década.
Su primer álbum en debutar con la banda fue «The Eternal Idol» en 1987, el cual inicialmente sería grabado por Ray Gillen, pero fue despedido por no tener ningún estudio musical. Por lo que Tony Martin tuvo que reconstruir las vocales ya existentes sin exprimir del todo su potencial como cantante. El álbum fue prácticamente un fracaso comercial debido a que era el último por cumplir con las obligaciones comerciales con Warner Bros, los cuales no dieron el apoyo de gira y de comercialización esperado.
El segundo álbum con Tony Martin fue «Headless Cross», lanzado el 24 de abril de 1989, siendo el catorceavo álbum de Black Sabbath. Es uno de los mejores y más icónicos trabajos de la banda gracias a la combinación de músicos: la poderosa batería de alguien fuera de serie llamado Cozy Powell, los riffs únicos de la leyenda Tony Iommi, los teclados de Geoff Nicholls, el bajista de sesión y fusión jazz Laurence Cottle, y con un Tony Martin con la plena oportunidad de mostrar sus dotes y rango vocal impresionante.
El álbum fue lanzado por un sello discográfico relativamente nuevo en el metal, especializado en pop y alternativo, teniendo en su lista de artistas a bandas como R.E.M, The Go-Gos y Belinda Carlisle, entre otros. «I.R.S. Records» era una subsidiaria menor de Universal Music Group, la cual acoge en su ala a este álbum y muestra mediante su departamento creativo una cruz que se ha partido, una parte yace en el piso en una noche oscura.
La poderosa voz de Martin impresiona a lo largo de los ocho temas que contiene esta bella producción basada en el ocultismo y elementos satánicos completamente explícitos. En las entrevistas de la época, la banda se negaba a ser considerada satánica, pero si Lucifer es el príncipe de las mentiras, se les daba a la perfección.
El tema abridor es “Gates of Hell”, un tenebroso instrumental oscuro de teclados que se disuelve en la lejanía para dar paso al tema que le da nombre al álbum, “Headless Cross”, un tema ambicioso y oscuro perfecto para una noche helada en la oscuridad con guitarras potentes, teclados y una vocalización impresionante. La letra habla sobre una historia verídica de un poblado medieval en Inglaterra llamado “Headless Cross”, donde los habitantes construyeron en una colina una inmensa cruz para rogar y rezar a Dios su ayuda durante la época de la peste negra que azotó Europa, y debido al peso y mala arquitectura de ese entonces, la cruz se partió en una oscura noche, creando la leyenda de que no fueron bendecidos con la ayuda de Dios que nunca llegó y al final todos perecieron.
La tercera canción lanzada como sencillo del álbum se llama “Devil and Daughter”, la cual prácticamente es una queja e indirecta al antiguo mánager de la banda Don Arden y su hija Sharon (la esposa y mánager de Ozzy Osbourne), quienes estafaron a la banda. Este tema tiene una sección rítmica poderosa por parte de Cozy con pesados címbalos y una rápida batería, con sintetizadores que complementan perfecto la canción de la mano con una letra que habla sobre el Diablo y su hija causando prejuicios y maldades en el nombre del infierno y Satanás.
El siguiente tema es “When Death Calls”, que inicia con una melodía triste que va subiendo con un crescendo de guitarras y voz cada vez más alto, una verdadera joya del metal con unos riffs rítmicos poderosos y un solo de guitarra magnífico por parte de nada más ni nada menos que la contribución del guitarrista invitado Brian May de Queen.
El ombligo del álbum es “The Killing of the Spirit of the Word”, una canción a medio tiempo con guitarras heavys, y coros oscuros y abismales perfectos para su letra, la cual habla de que el espíritu mata y hay que matar en el nombre del espíritu del mundo, en el cual quien reina es la maldad, el placer, el dolor y por supuesto, quien no necesita ser nombrado. Solo falta ver el canal de las noticias para saber que quien reina es la tempestad. El siguiente tema, “Call of the Wild”, que inicialmente sería llamado “Hero”, pero que fue cambiado cuando Ozzy utilizó ese nombre para una de sus canciones, es similar al tema anterior en cuanto a la composición a medio tiempo, teclados tristes pesados y abismales con letras diabólicas y el mensaje de que en la hora final, princesas, reyes y demonios alados se rendirán al poder del infierno.
Seguido por uno de los temas más representativos, “Black Moon”, que comienza con unos riffs enérgicos y un canto de un lobo a la luna de forma atmosférica y robusta, una persona o interlocutor que narra sus sentimientos crecientes al sentir el llamado de Lucifer.
Para finalizar, el disco cierra con una linda semi balada con arpegios esperanzadores, una base de guitarra heroica y coros potentes, la letra un llamado de esperanza a las criaturas de la noche para romper a las almas débiles. El disco fue producido prácticamente por Iommi y Powell. El álbum en CD o producto en físico se ha vuelto difícil de conseguir debido a la desaparición de I.R.S. Records en el 2012, pero este álbum tan peculiar e imperdible debe estar en cualquier colección de la banda.