Marco Galván | Existen albúms muy peculiares y no tan conocidos pero que son realmente de culto para los fans y amantes del metal, ya sea porque son completamente diferentes a lo que el artista hace por lo general, como es el caso de Celtic Frost con su álbum “Cold Lake”; o segundo porque su frontman no es parte del entorno usual, y no llega a tener la química que haga cuajar su relación con el grupo y sus fans como lo que pasó con Black Sabbath con el vocalista de Deep Purple, Ian Gillian, en el álbum “Born Again”.
Uno de estos casos fue la entrada de Steve Grimmett (vocalista de la banda de NWOBHM Grim Reaper) a la banda pionera del thrash metal más famosa en Inglaterra, Onslaught; formada en Bristol en el año de 1982 a raíz de la oleada inglesa de punk, sus primeras grabaciones fueron meramente hardcore punk, lanzando varios sencillos y demos independientes en este género, para posteriormente, dos años más tarde, cambiar su sonido al thrash metal. Desde sus primeros inicios la alineación ha tenido varios cambios de integrantes, siendo el fundador y dueño de la banda el guitarrista Nige Rockett.
Después de su álbum debut “Power from Hell” lanzado de forma independiente, los ejecutivos de la disquera “London Records” deciden firmar a la banda, relanzar su primer álbum y grabar su segundo disco en 1986 llamado “The Force”. Desafortunadamente, la disquera no estaba del todo convencida de que la voz de Sy Keeler fuera la correcta para comercializar el producto, así que ejercieron presión en la banda para cambiarlo por alguien con una tesitura más pulida y un mayor rango vocal.
Cuando la banda se preparaba para terminar de grabar su tercer disco “In the Search of Sanity”, estando ya grabadas las vocales con Sy Keeler, London Records tomó la decisión de grabar las vocales con Steve Grimmett buscando así una producción más limpia similar a Anthrax. La banda nunca tuvo química con este vocalista, pero sin embargo lograron un gran hito en la industria del thrash metal, creando algo estilísticamente diferente pero singular.
Un punto remarcable del álbum es su lírica, ya que la banda abandona la temática satánica de sus primeras dos producciones y abraza en sus letras el tema sobre la salud mental, los delirios, el liderar con la locura y sus voces.
El álbum fue lanzado a la venta en 1989, y comienza con un intro tenebroso de techados y sonidos abismales llamado “Asylum” el cual ridículamente dura cinco minutos, para dar paso al tema poderoso que le da el nombre al álbum “In Search of Sanity”, un tema de thrash interesante al mezclar la fuerza del género con unos coros acompañados de arpegios y una voz que claramente es perfecta para interpretar heavy metal, lo cual le da ese toque único y muestra la capacidad de Steve como un vocalista extraordinario. Para seguir con la temática sobre la locura y liderar con la cordura, la tercera pista “Shellshock” está conformada de guitarras rasposas y riffs rápidos con coros melódicos en contraste de la voz principal, donde el solo de guitarra es magnífico.
A posteriori con la misma vibra y velocidad la canción “Lightning War”, igual que la predecesora con el golpeteo incesante de batería, guitarras rasposas y veloces, coros agresivos y graves que contrasta con la voz aguda y principal, la letra sobre la guerra relámpago de Hitler y la fuerza Blitzkrieg.
Como quinta canción el cover de AC/DC “Let There Be Rock” en una versión más rápida y vocales más altas y potentes, de hecho siendo uno de los himnos principales de los australianos compositores, Onslaught hace una excelente reinvención y tributo de calidad, lo cual la disquera aprovechó para lanzarlo como primer single promocional. Sin perder la misma fuerza de thrash speed continúa “Blood Upon the Ice” con la misma temática, misma velocidad de batería e instrumentos, pero con un outro muy único.
El punto cumbre del álbum es la balada de 12 minutos llamada “Welcome to Dying”, la cual tiene una estructura interesante en su progresión ya que te hace sentir y disfrutarla como si fuera de 5 minutos, una bella tonada con arpegios, requintos suaves y melódicos y vocales a medio tono.
La siguiente canción “Power Play” podría ser un tema que hubiera encajado perfectamente en el “Master of Puppets” de Metallica por su intensidad, fuerza y agresión. Para cerrar el álbum, otro cover “Confused” de sus compatriotas Angel Witch.
A pesar de su fuerte potencial, la reacción de los fans en su tiempo no fue la esperada, dividiendo a los que preferían el sonido crudo de sus primeros dos álbums, quienes no aceptaban el nuevo estilo, y los fanáticos con más apertura. Desafortunadamente, al no tener la reacción del público y el volumen de ventas que London Records esperaba, cosa que finalmente convenció a Steve Grimmett de dejar la banda en 1990, siendo su último álbum hasta 17 años más tarde su regreso con el álbum “Killing Peace” en el año 2007. En conclusión, este álbum es increíblemente único por todos sus elementos. No hay tiempo para basura, esto es thrash melódico puro.