Héctor Castro Aranda, texto y fotografía | Después de siete años de ausencia, el icónico dúo francés Air regresó a los escenarios con una gira mundial para conmemorar su álbum debut Moon Safari de 1998, logrando una experiencia íntima y envolvente que transportó a los asistentes a una era dorada del «chill-out». La música de Air ha sido comparada con una brisa sutil que transforma el ambiente: no solo es música ambiental, sino también un acompañamiento para crear atmósferas relajadas e inolvidables. El tres de noviembre, en el Centro Cultural Universitario. El dúo formado por Jean-Benoît Dunckel y Nicolas Godin compartió, una presentación cargada de nostalgia, con el sonido que definió la elegancia y frescura musical de finales de los 1990 e inicios de los años 2000.
Con un escenario cubierto de baldosas reflectantes y ambos músicos vestidos de blanco, Air ejecutó los temas de Moon Safari en su totalidad, seguido de piezas que incluyeron piezas como “Highschool Lover” de la banda sonora de Virgin Suicides y “Cherry Blossom Girl”. A través de cada nota, el dúo envolvió a los cerca de siete mil asistentes con una atmósfera soñadora e única. Aunque el lugar no fue el más propicio para un recital del tamaño de la elegancia de AIR, AIR, hizo elegante el CCU.
Para un dúo conocido por su minimalismo elegante, el diseño del escenario fue un espectáculo en sí mismo. Enmarcados en una especie de diorama iluminado, los músicos lograron que la actuación se sintiera íntima con un espectáculo visual cautivador, recordando las obras de artistas como James Turrell. Cada detalle de la puesta en escena complementó a la perfección la música de Air, logrando una estética inmersiva y atemporal, como si fuera una proyección inmersiva de 2001: odisea del espacio.
El sonido de Air es inconfundible y refinado. Dunckel y Godin utilizaron una variedad de sintetizadores, como el Fender Rhodes, Minimoog y Korg MS-20, para crear paisajes sonoros precisos y etéreos. A pesar de los matices casi robóticos y de las armonías sintetizadas, el baterista invitado, Louis Delorme, añadió el toque humano necesario para equilibrar la perfección técnica de la banda. Durante temas como “Don’t Be Light” de su álbum 10,000 Hz Legend, Air mostró su lado más experimental y potente, recordando que son mucho más que una banda de lounge.
El sonido de Air es inconfundible y refinado. Dunckel y Godin utilizaron una variedad de sintetizadores, como el Fender Rhodes, Minimoog y Korg MS-20, para crear paisajes sonoros precisos y etéreos. A pesar de los matices casi robóticos y de las armonías sintetizadas, el baterista invitado, Louis Delorme, añadió el toque humano necesario para equilibrar la perfección técnica de la banda. Durante temas como “Don’t Be Light” de su álbum 10,000 Hz Legend, Air mostró su lado más experimental y potente, recordando que son mucho más que una banda de lounge. Su música sigue siendo un refugio de sofisticación y calma, y aunque algunos podrían criticar que el sonido del dúo permanece congelado en el tiempo, esto mismo es lo que les otorga una cualidad única y nostálgica. En un mundo acelerado, Air nos recuerda la importancia de detenerse y disfrutar de la belleza de la música bien hecha.