Issac Anaya, texto y fotografía | El shoegaze, un género musical que alguna vez fue objeto de burla por su supuesta apatía en el escenario y sus orígenes de clase media alta, ha demostrado tener una capacidad asombrosa para perdurar. Lo que comenzó como un término despectivo ha evolucionado hacia una forma de arte respetada, renombrada en algunos lugares como dream pop. Este renacimiento ha llevado a íconos como Ride y Slowdive a reformarse y producir nuevo material que está a la altura de sus clásicos. El pasado reciente nos muestra que Slowdive no solo ha sobrevivido, sino que ha prosperado. Y su concierto en el Liverpool Academy dejó claro que están en la cima de su juego.
Largas, pero larguisimas filas, aguardaban el C4 Concert House el ocho de noviembre, era evidente que algo especial estaba ocurriendo. El recinto estaba abarrotado, no solo de nostálgicos de los años 90, sino también de una nueva generación de jóvenes. Era un público diverso, donde adolescentes compartían espacio con veteranos y familias enteras se reunían para experimentar la magia de Slowdive.
El inicio del show con Shanty, del nuevo álbum Everything Is Alive, fue un presagio de lo que vendría. Slowdive no es una banda que «mira sus zapatos» en el escenario: Rachel Goswell se mueve con energía mientras Nick Chaplin aporta carisma al centro del escenario. Los guitarristas Neil Halstead y Christian Savill, aunque más reservados, completan el espectáculo con su precisión instrumental.
Con cada tema, desde clásicos como Catch the Breeze y Souvlaki Space Station hasta nuevos himnos como Chained to a Cloud, la banda construyó una pared de sonido épica y envolvente. La audiencia vibraba al unísono, reflejando la emotividad y la intensidad de cada nota.
Slowdive no solo ha recuperado su lugar en la escena musical; lo ha elevado a nuevas alturas. Su capacidad para conectar con diferentes generaciones y reinventar su sonido los convierte en un fenómeno atemporal. Aquellos que alguna vez los subestimaron ahora ven su credibilidad desbordar, mientras que los fans celebran su innegable grandeza. Con su mezcla de nostalgia y frescura, Slowdive continúa marcando el camino para el shoegaze moderno, demostrando que el género tiene mucho más que ofrecer.