Marco Galván | Hubo una época dorada en los años noventa e inicios de los dos mil donde el power metal brilló con bandas muy originales. Una de las propuestas más interesantes de esa época fue la banda brasileña llamada ANGRA, la cual fusionaba el metal con música clásica y sonidos neoclásicos progresivos.
Existieron muchos factores internos y externos que ayudaron a poner a la banda en el ojo internacional. De primera instancia, su vocalista André Matos ya era un veterano en la industria musical y la envidia de cualquier músico en Brasil. Había sido parte de VIPER, grabando dos álbumes, el primero a los 16 años de edad. Además, había estudiado orquestación, era multiinstrumentista y políglota. Los músicos que conformaron ANGRA eran completamente talentosos, en especial el guitarrista Kiko Loureiro, quien después sería llamado para formar parte de MEGADETH. Otro de los factores especiales que les ayudaron a abrir puertas fue la producción y mezcla de Sasha Paeth y Miro en nada más ni menos que el estudio de grabación de Kai Hansen, de Gamma Ray, el cual fue el mismo estudio donde se grabaron los míticos Keeper of the Seven Keys de HELLOWEEN, en Hamburgo. Estos contactos les ayudaron a firmar con el sello discográfico europeo LMP Music.
En 1998, la banda realizó su tercer y último álbum con André Matos llamado Fireworks, el cual fue producido por Chris Tsangarides, productor inglés con un currículum amplio en el heavy metal y el pop, habiendo trabajado con Gary Moore, Yngwie Malmsteen, Tygers of Pan Tang, HELLOWEEN y hasta Depeche Mode, Tom Jones y Concrete Blonde, entre otros. El álbum abre de forma triunfante, dando la bienvenida con fuerza al oyente con “Wings of Reality”, una canción muy potente donde ambos guitarristas, Loureiro y Bittencourt, demuestran su talento con una intrincada secuencia de cambios de notas, múltiples solos de guitarra y un increíble trabajo en la batería que embona perfectamente con la orquesta.
La siguiente canción es “Petrified Eyes”, escrita por Rafael Bittencourt. Habla sobre la pasión y la maravilla de ver el mundo, y es una canción de power metal con muchos riffs y un intro digno del maestro Joe Satriani.
El tercer track y primer sencillo es la semi-balada “Lisbon”, la cual tuvo una edición especial en un CD single con una parte transparente y las firmas impresas de los miembros de la banda. Incluía el demo de “Angels Cry” y una versión acústica de “Make Believe”.
“Lisbon” es una canción conmovedora que se centra en el sufrimiento de los olvidados de la sociedad, los indigentes. Está cantada en primera persona, denotando la indiferencia de las personas y cómo la vida puede cambiar de un momento a otro. Es una obra repleta de teclados y violines crecientes.
La cuarta melodía, potente y de speed metal, se llama “Metal Icarus”. Es uno de los temas más pesados y un himno al metalhead que se mantiene fiel de por vida. Habla sobre la nostalgia de la adolescencia, cuando te juntabas con tus amigos, todos vestidos de negro y dejando crecer tu cabello, reuniéndote para hablar de música. Al pasar el tiempo, los amigos fueron cambiando en sus gustos, pero tú sigues firme, recordando los buenos tiempos. La canción cuenta con una espléndida vocalización por parte de Matos y su inmenso rango, toda una algarabía para los oídos.
Llegando a la mitad del álbum, sigue “Paradise”, la canción más larga del disco, con un riff principal de guitarra muy atrapador y sentimental. Habla sobre la vida de los gladiadores, sus esperanzas de libertad o de morir en la arena, expresando de forma nostálgica y triste el cúmulo de sentimientos que el ser humano y, a su vez, el peleador pudieron experimentar.
Las canciones esperanzadoras, con el molde del speed metal, continúan en sus melodías y líricas: “Mystery Machine” y “Speed”. El tema “Fireworks” habla sobre esos días de festividades con la familia, viendo los fuegos artificiales y viviendo el momento. Musicalmente, es una canción a medio tiempo, más progresiva.
“Extreme Dream” es una canción con el mensaje de vivir como si fuera el último día y el gozo de disfrutar el momento. “Gentle Change” sigue con su mensaje positivo sobre las esperanzas de disfrutar, soñar y llegar a vivir muchos años y experiencias. Es la que tiene el corte musical de címbales brasileños, acompañados de una exquisita base de piano y una variedad de sonidos que causan gozo al escucharlos.
Ahora, la cereza del pastel para el coleccionista y fan es la versión japonesa, la cual como bonus track contiene la balada “Rainy Nights”. Va a un tiempo y un beat más lento, y posteriormente fue lanzada por Lucrecia Records como sencillo, siendo remasterizada y acelerada un poco. La letra habla sobre las noches lluviosas y la añoranza de un amante o novia, y cómo el amor y el ardor siguen ahí, con pensamientos nostálgicos de tiempos vividos que, al final, tienes que dejar ir.
Fireworks, además de marcar el final de una etapa, es una obra maestra de ambición, denotando madurez y variedad, con letras complejas, canciones bien estructuradas y una atmósfera emocional y excelente instrumentación.