Ioannes Sdrech | Agripina ya no existe y no hay quien pueda poner freno a Popea Sabina y sus ambiciones. Octavia, esposa de Nerón e hija del extinto emperador Claudio, es el lastre final que se interpone entre Popea y el trono imperial.
Nuestra oscura protagonista sobornó a un flautista de ascendencia egipcia quien era esclavo de Octavia. Este hombre afirmó haber tenido relaciones con la emperatriz, lo que llevó a un proceso de divorcio que no fluyó de la manera deseada para Popea Sabina.
La estrategia fue modificada y se alegó esterilidad (siempre adjudicada a la mujer durante esa época), cuestión que pudo probarse pues Octavia no había concebido hijos. La que parece ser la auténtica razón de esto es que el matrimonio jamás se consumó tras nueve años de unión. Doce días después del divorcio Popea Sabina llegó a la cúspide y casó con el emperador Nerón, pero su posición no era firme ya que el pueblo de Roma veneraba a Octavia y las revueltas no se hicieron esperar.
Perturbada por la reacción de la multitud y por el peligro que podría implicar que el ambiente continuara enardeciéndose la nueva emperatriz llevó a cabo una nueva treta y ayudada por su marido logró que el liberto Aniceto (antiguo preceptor de Nerón y uno de los cómplices en la muerte de Agripina) afirmara haber mantenido relaciones con Octavia. De esta manera el falso testigo fue exiliado a Cerdeña, en donde gozó de todas las comodidades y murió por causas naturales. Por su parte Octavia fue enviada a Pandataria y habiendo pasado escasos días en ostracismo desembarcó en la isla un grupo de asesinos quienes por órdenes de la emperatriz Popea abrieron las venas de Octavia, probablemente esperando simular un suicidio.
La joven que había rogado inútilmente piedad a sus verdugos era presa del terror, situación que impedía que la sangre brotara de manera abundante por lo que fue conducida a un cuarto de baño hirviendo en donde murió asfixiada. Popea Sabina no solo esperaba noticias sobre el fallecimiento de su rival, sino que aguardaba su trofeo; a su regreso sus esbirros le entregaron la cabeza de Octavia la cual Popea observó con un intenso brillo en sus ojos y con una infinita sensación de libertad.
Octavia murió en el año 62 d.C. y al año siguiente la emperatriz dio a luz a una niña, ambas recibieron el título de Augusta, aunque la pequeña falleció antes de cumplir los cuatro meses de edad y fue deificada por su padre. En el año 65 d.C. Popea se encontraba encinta nuevamente y cierta ocasión comenzó a recriminar al princeps por haber llegado tarde, posiblemente tras una bacanal o una carrera de cuadrigas.
El motivo preciso no es claro, lo que posiblemente sí sucedió es que los efectos del vino y los reproches de su mujer, que taladraban sus oídos, llevaron al emperador a cometer un acto que lo marcaría de por vida, de un puntapié mató a su esposa y al hijo que esta cargaba en sus entrañas. Las acciones sucedieron contrarias a los sentimientos y deseos del emperador quien verdaderamente amaba a su esposa y quería tener hijos. Popea Sabina, la siniestra advenediza que no tuvo consciencia al momento de eliminar a quien estorbaba en sus ambiciones fue enterrada en el mausoleo de Augusto y contrario a las tradiciones romanas, fue embalsamada y no incinerada.
Con el pasar de los años Nerón y Popea Sabina fueron exterminando la dinastía Julio-Claudia con el fin de que el fruto de su amor fuera el único heredero del legado de Octavio Augusto y su esposa Livia Drusila. Entre los años 55 d.C. y 62 d.C. fueron asesinados Británico y Octavia (hijos del antiguo emperador Claudio y su esposa Valeria Mesalina), Agripina, Fausto Cornelio Sila, Rubelio Plauto y otros. Por lo cual la “definitiva extinción de la dinastía Julio-Claudia” sobrevino dentro del vientre de Popea Sabina.
Nota:
Debe tenerse en consideración la posibilidad de que Popea Sabina y el nonato hayan fallecido debido a complicaciones en el embarazo o durante el alumbramiento. Tomemos en cuenta que las fuentes que han contado esta historia son Tácito, Suetonio y Dion Casio, quienes vivieron durante el mandato de otras dinastías imperiales. Siempre cabrá valorar que una de sus misiones habría sido la de desprestigiar a la estirpe Julio-Claudia y favorecer a la de sus amos, la dinastía Ulpio-Aelia y la dinastía Severa.
Fuentes
TÁCITO. The histories. Penguin Classics.
TÁCITO. The Annals of imperial Rome. Penguin Classics.
ROMM, James. Dying every day. Knopf
VANDENBERG, Pilipp. Nerón. Ediciones B-Vergara
ROLDÁN, José Manuel. Césares. La esfera Revista101.com
Imagen | La Nación