
Ioannes Sdrech | La nueva emperatriz de Rusia, Isabel Petrovna Romanova, necesitando un heredero para consolidar su posición hace traer desde Alemania a su sobrino, el joven Pedro Ulrich. Isabel no olvidó que tenía que conseguir una esposa para su sucesor, por lo cual en el año 1744 mandó a llamar a la princesa Sophie Von Anhalt-Zerbst. Pedro y Sophie eran completamente diferentes, él era inmaduro, infantil y solía entretenerse jugando con soldados de juguete, además que odiaba todo lo ruso, anteponiendo siempre lo alemán. Por otra parte, Sophie, quien adoptaría el nombre de Catalina, tan pronto llegó a Rusia decidió olvidar sus raíces prusianas, acogiendo con fervor la cultura y la religión rusa.

El matrimonio entre los jóvenes nunca funcionó y con el tiempo fue a peor, al grado que los cónyuges hacían vidas separadas. La pésima relación entre ambos llegó a límites extremos, sabiendo Catalina que su vida podría estar en riesgo cuando Pedro heredara y se convirtiera en el nuevo emperador de todas las Rusias. El temido día para Catalina llegó un 25 de diciembre de 1761, fecha del calendario juliano. Isabel I Petrovna fallecía y su sobrino ascendía al trono como Pedro III, desde aquellos instantes para Catalina todo se convertiría en un ejercicio de supervivencia. La emperatriz consorte tenía claro que Pedro deseaba repudiarla y que este esperaba el momento idóneo para llevarlo a cabo. Durante una cena el incompetente zar gritó «tonta» a su mujer, ante el silencio sepulcral de todos los presentes. Muchas ocasiones el monarca dio órdenes de encerrar a su esposa en una fortaleza, pero por consejo de sus asesores daba un paso atrás.

Pasados seis meses de la muerte de Isabel Petrovana, Catalina tenía claro que había tres alternativas para ella: el encierro perpetuo en un convento, la muerte o el trono. El recelo y odio que su marido le profesaba no le dejaba alternativa y Catalina por supervivencia, tendría que sublevarse.
Durante su breve reinado Pedro Fyodorovich cometió un sinnúmero de errores, el principal fue detener la guerra e invasión contra Prusia y regresar todos los terrenos conquistados a Federico II, a quien Pedro admiraba profundamente. Era tan grande su amor por todo lo alemán que obligó a las tropas rusas a utilizar el mismo uniforme que las milicias prusianas. La aristocracia y el ejército estaban cansados del emperador, por lo cual no consideraron mala idea apoyar a su esposa, Catalina.

Recibiendo apoyos de personalidades influyentes como los hermanos Orlov, Nikita Panin (quien más adelante se convertiría en su mentor político), Ekaterina Dashkova, Cyril Razumovsky, Ivan Betskoy, respaldo de regimientos importantes del ejército como el Preobrazhensky y el Ismailovsky, y ayuda financiera de potencias extranjeras; Catalina vistió con el uniforme del ejército ruso y dio el golpe de Estado en Julio de 1762. A partir de entonces y durante treinta y cuatro años gobernaría el complicado y feroz imperio ruso como Catalina II. Su eficacia como estadista y su devoción por Rusia le otorgó el sobrenombre de «Catalina la grande».
Fuentes
TROYAT, Henry. Catherine the great. Dorset.
COUGHLAN, Robert. Elizabeth and Catherine. Putnam
