
Ioannes Sdrech | Durante el mandato de Basilio II el imperio romano vivió su última etapa de esplendor. El basileus se encargó de vencer a sus enemigos externos, los denominados bárbaros, y de paso a los internos a través de edictos y la espada. Se trataba de las familias acaudaladas y poderosas de la zona de Asia Menor, semillero de caudillos rebeldes, usurpadores y príncipes regionales independientes. 1025 fue el año en el que Basilio II murió, dando paso a cuatro siglos de decadencia vertiginosa.
Nos encontramos en el año 1453, Constantinopla se encuentra asediada y a pesar de una descomunal resistencia la ciudad se encuentra perdida, la invasión por parte de los turcos otomanos es un hecho inminente. ¿El emperador de los romanos? Constantino Dragases. Se trata de un hombre que ha defendido la que ha sido la capital del mundo desde el año 330 d.C. con auténtica devoción pero lleno de indecisiones. A pesar de toda la aureola helena que encierra a Constantinopla, el monarca es un romano orgulloso, regido por su historia, leyes e instituciones. Las horas están contadas, el final ha llegado y un mercenario genovés que ha colaborado en la resistencia, Giovanni Giustiniani Longo, ofrece al basileus Constantino sus galeras para que pueda escapar. En esos amargos momentos, en los que una civilización estaba a punto de desaparecer, con el terror en el alma y la duda atormentándole, el emperador se preguntó qué habría hecho el último gran soberano que tuvo el imperio, el arrojado y poderoso Basilio II, conocido como bulgaróctono.*
Basilio era un hombre de estatura promedio y al verlo en pie podría pasar desapercibido, como cualquier otro hombre. Pero observarlo montado en su caballo otorgaba una impresión incomparable, como si se tratase de una estupenda estatua ecuestre elevada por los escultores más hábiles, al menos así lo describe el destacado historiador Miguel Psellos. Ese referente de grandeza dictó en el corazón de Constantino su deber de resistir hasta el final, protegiendo al clero y a la población.
Después de un largo silencio y mientras a lo lejos se escuchaban los cañones sacudiendo las endebles murallas de la ciudad, Constantino Dragases rechazó las galeras y los consejos otorgados por sus asesores, quienes le habían sugerido huir y desarrollar una resistencia desde el Peloponeso. Mientras lloraba con su alma desgarrada, Constantino había decidido morir en el lapso de los próximos días defendiendo su amada Constantinopla, tal y como lo habría hecho el extraordinario Basilio. Constantino Dragases fallecía resistiendo en primera línea de combate el día martes 29 de mayo de 1453, momento en el que los turcos otomanos se apoderaron de la ciudad y caía el imperio romano.
*Asesino de búlgaros.
Fuentes:
PSELLOS, Miguel. Fourteen Byzantine rulers. Penguin Classics
OSTROGORSKY, George. History of the byzantine state. Rutgers.
CROWLEY, Roger. Constantinopla 1453. Ático de los libros.
NORWICH, John Julius. A short history of Byzantium. Knopf Revista101.com
Imagen | Oriente antiguo