
Eva Aguirre | Alan Parsons tomó una ruta inusual hacia el escenario, iniciando su carrera no como músico, sino como ingeniero de grabación y productor musical. Se le puede ver brevemente en el documental de los Beatles Get Back de Peter Jackson, trabajando como “tea boy”, término británico para operador de cintas, labor que también desempeñó durante la grabación del álbum Abbey Road de los Beatles. Posteriormente, se hizo famoso al encargarse de la ingeniería de sonido de The Dark Side of the Moon de Pink Floyd, y produjo exitosos discos para Al Stewart, entre otros. En 1975, decidió dar vida a sus propias ambiciones musicales utilizando músicos de estudio y así nació The Alan Parsons Project. Residente desde hace años en Santa Bárbara, Parsons llevó su más reciente gira a la Arena CDMX de Ciudad de México el pasado nueve de abril, con una presentación de gran nivel.
Con una fanfarria que dio paso a “Standing on Higher Ground”, el show arrancó con fuerza. Rápidamente quedó claro que esta banda no se conformaba con simplemente reproducir las canciones tal como suenan en los discos. Aunque la reputación de Parsons le permite rodearse de músicos de primer nivel, el sonido en vivo fue mucho más enérgico que las versiones de estudio. Lo que en las grabaciones son apenas toques de sintetizador, en el escenario se convirtieron en contundentes golpes sonoros, realzados por una iluminación sencilla pero efectiva, y el público lo celebró con entusiasmo.
El catálogo de The Alan Parsons Project es una mezcla única de rock progresivo casi floydiano y baladas sensibles. La segunda canción, “Don’t Answer Me”, fue una de estas últimas, interpretada por el propio Parsons, con un hermoso solo de saxofón y armonías vocales enriquecidas por seis de los siete integrantes de la banda. Aunque Parsons tocó la guitarra y cantó, quizás por su naturaleza más reservada, prefería mantenerse como una presencia majestuosa desde una plataforma central, más que como un líder de escenario… pero no cabe duda de que la visión musical es completamente suya.
Un riff de bajo con tintes agudos marcó la entrada de “Psychobabble”. La versión de estudio de esta canción puede parecer algo tibia, pero la banda logró revitalizarla por completo, haciéndola realmente vibrar. Luego llegó el éxito “Time”, una balada sentimental con una parte vocal bastante exigente. La versión original fue interpretada por Eric Woolfson, socio de Parsons en el proyecto y compositor principal del grupo. Sin embargo, PJ Olsson demostró ser un cantante aún más impresionante. De no haber alcanzado las notas altas, la emotividad de la canción se habría desmoronado, pero Olsson lo logró con potencia, convicción y emoción. El saxofonista y guitarrista Todd Cooper tomó luego la voz principal en un popurrí de “Breakdown/The Raven”, mostrando también su talento vocal.
Aunque los músicos actuales de Parsons no sean tan reconocidos como los que grabaron los discos, sin duda están a la altura. Canciones que alguna vez sonaron en las estaciones de rock, como “I Wouldn’t Want to Be Like You”, sonaron con mucha más fuerza en vivo, gracias al enfoque de toda la banda… y en gran medida por la presencia del guitarrista principal Jeff Kollman, quien aportó una energía inesperada. Las 15 mil personas reunidas, quedaron perplejas en este punto de la noche, al salir Aleks Syntek a cantar.
“One Note Symphony”, del álbum solista de Parsons The Secret (2019), trajo de nuevo a Cooper al micrófono principal para cantar una sola nota… que fue utilizada en una impresionante secuencia de acordes, recordando a los maestros del rock progresivo moderno Porcupine Tree, cuyo líder Steven Wilson ha colaborado con Parsons en el estudio.
Cuando se llegó a la última parte del encuentro, el público fue invitado a acercarse al escenario para una potente interpretación del mayor éxito del proyecto: “Sirius” ,conocido por ser el tema de entrada del equipo de los Chicago Bulls, seguido por “Eye in the Sky”. Como era de esperarse de un ingeniero con el prestigio de Parsons, el sonido fue impecable en todo el recinto.