Por Marco Galván | Los años ochenta representaron una época desafiante para las bandas en general. Fue una época dorada en la que estar grabado en un álbum realmente significaba algo especial. Los inicios del género de heavy metal fueron forjados a través de un camino sinuoso y a menudo incomprendido. Si para las bandas extranjeras de primer mundo fue complicado, crear una banda de este género en México parecía una hazaña casi inalcanzable.
Cuando hablamos del metal mexicano de los años ochenta, nos encontramos con bandas que nos llenan de orgullo y nos brindan una identidad única dentro de los diversos subgéneros del metal. Bandas como Luzbel, pioneros del heavy metal en la Ciudad de México, o Transmetal y NEXT, destacando en el thrash metal, o incluso Draksen con su estilo de crossover desde Guadalajara, entre muchas otras, han mantenido viva la llama del metal en México.
Sin embargo, a menudo se pasa por alto a una promesa mexicana que tenía todas las posibilidades de triunfar en el mundo del rock. Esta banda, pionera del hard rock en México, tenía la calidad musical necesaria para trascender las fronteras internacionales, pero lamentablemente se desvaneció después de lanzar un solo álbum.
En 1985, vio la luz un álbum titulado «Be Wild» de una banda llamada LYNX. En ese momento, si revisabas las estanterías de las tiendas de discos como Aurera y Gigante, podrías haber pensado que se trataba de una banda extranjera. La portada del álbum presentaba a dos atractivas mujeres con cabello voluminoso y antifaces pintados, una de ellas era la joven actriz Karen Sentíes. Ambas figuras se destacaban sobre un fondo de luz y llevaban pulseras de tachuelas, lo que las asemejaba a bandas como RATT, Quiet Riot o Mötley Crüe.
En la contraportada, encontrabas el logotipo de la banda y una foto de cuatro rockeros vestidos con chaquetas de cuero, pañoletas al cuello y cabello a capas. El álbum estaba etiquetado con el sello de la disquera VERTIGO, y en los lados izquierdo y derecho se listaban los nombres de las diez canciones en inglés, junto con sus títulos traducidos al español, lo cual era una característica típica de esa época.
Lynx fue una banda formada en 1979 en Agua Prieta, Sonora. Similar a su banda rival «La Cruz» de Tijuana, Lynx comenzó tocando covers en bares, interpretando canciones de bandas como Blue Öyster Cult y algunas composiciones propias. Esta práctica constante los llevó a perfeccionar su estilo y atraer la atención de la disquera Polygram Records.
La alineación de la banda incluía a Checko Melgoza como líder, vocalista y guitarrista (quien es el único miembro sobreviviente en la actualidad), Tavo Laredo en el bajo, Kisho García en la guitarra líder y Cesar Laredo en la batería.
El álbum «Be Wild» es un trabajo atemporal que se destaca por su calidad de composición, grabación, letras, coros, efectos y, sobre todo, su sonido. Este álbum está a la altura de cualquier banda europea o estadounidense, al punto de ser comparados con los Def Leppard mexicanos.
El álbum se abre con la canción «Rock Rock Now», que junto con «Fury» podrían haber sido parte de cualquier banda británica de la Nueva Ola del Heavy Metal Británico (NWOBHM) o incluso haber formado parte de un álbum de Def Leppard.
Como en todo álbum, las baladas son imprescindibles y «Be Wild» no es la excepción. Canciones como «Something About You», con un ritmo cautivador, «Don’t Let It Go» y «Stay Tonight» demuestran su habilidad para crear baladas memorables. Además, el tema «Dance» presenta una composición y coros que recuerdan a los clásicos de Van Halen.
En general, este álbum es una joya. Temas como «Queen of the Night Life» te hacen sonreír y te sumergen en ese sentimiento que solo el heavy y hard rock de los ochentas pueden evocar, transportándote de vuelta a la emoción de la adolescencia.
El álbum recibió una fuerte promoción y rotación de marketing en México. En varias entrevistas para revistas especializadas y medios, Kisho García comentó que la banda estaba grabando su segundo material y tenía planes de conquistar mercados internacionales y realizar giras en Estados Unidos. Desafortunadamente, estos planes nunca se concretaron y la banda se disolvió en 1987. Años más tarde, Kisho mencionó que las grabaciones del segundo disco estaban listas, pero la compañía discográfica se declaró en bancarrota y el proyecto quedó en la ruina.
Hoy en día, los vinilos de Lynx son objeto de deseo para coleccionistas en Europa y pueden alcanzar un valor de hasta 50 euros o más. Este es un buen momento para que las nuevas generaciones descubran esta banda, que debería ser motivo de orgullo nacional por su calidad y su contribución a la innovación musical.