Héctor Castro Aranda, texto, enviado especial, Ciudad de México. Liliana Estrada, fotografía | En un emocionante regreso tras siete años de ausencia, Lana del Rey iluminó el Foro Sol con su presencia, atrayendo a una multitud de 65,000 fervientes seguidores la noche del 15 y 16 de agosto. El icónico recinto de la Ciudad de México se convirtió en el epicentro de la pasión y el deleite de los fans de la cantante originaria de Nueva York. Estos recitales los más grandes ofrecidos en toda la carrera de la cantante y su primer estadio en su vida.
El espectáculo comenzó con la atmósfera melancólica y evocadora de «Summertime Sadness», una elección que resonó fuertemente con la audiencia, especialmente en una tarde lluviosa en la capital mexicana. A pesar de la inclemencia del clima, la lluvia no logró empañar la noche mágica que se avecinaba, en la que éxitos como «Video Games», «Blue Jeans», «Born to Die» y «Young and Beautiful» inundaron el escenario y el corazón de los asistentes.
La conexión profunda entre Lana del Rey y México no pasó desapercibida. La artista, cuyo nombre real es Elizabeth Woolridge Grant, ha revelado que parte de su nombre artístico es un homenaje a su aprecio por la cultura hispanoamericana y sus amistades latinas. En medio del éxtasis del concierto, Del Rey expresó su amor y gratitud hacia México, compartiendo el cariño que ella y su familia sienten por este país que ha acogido su música con los brazos abiertos.
El impacto de Lana del Rey en la música trasciende géneros y fronteras. Su álbum debut «Lana Del Ray a.k.a. Lizzy Grant», lanzado en 2010, marcó el comienzo de una carrera llena de éxitos. Después de su debut en México en 2013 y una actuación destacada en el festival Corona Capital en 2016, Lana del Rey culminó su trayectoria ascendente con un espectáculo en el Foro Sol, donde su música encontró su hogar en uno de los escenarios más grandes del país.
La estética visual y sonora de Lana del Rey fue acompañada por una audiencia vestida con vestidos y guirnaldas de flores, así como gafas de sol que evocaban sus distintivos estilos. El impacto de su presencia no solo radicó en su música, sino también en su moda icónica, que inspiró a sus seguidores a sumergirse en su atmósfera única.
Cuando Del Rey emergió en el escenario, vestida de blanco y rodeada de un aura etérea, su voz resonó con una mezcla de vulnerabilidad y empoderamiento. Bailarinas y coristas la acompañaron en su actuación, creando un ambiente envolvente que atrapó la atención de todos los presentes.
El cariño y la admiración de los fanáticos no se contuvieron, y se le escuchó el grito unísono «¡Lana, hermana, ya eres mexicana!», un testimonio del profundo impacto que ha tenido en la vida de sus seguidores. Del Rey interactuó con su público de manera cercana, firmando autógrafos y tomándose selfies con sus seguidores en primera fila, consolidando así la conexión que ha establecido con su base de fans.