Ana María Lozada Xochicale, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) | En la fotografía de Revista101.com, roll de pruebas de Revista Coliseo Deportivo. Antes de imprimir los tiros largos en prensas o rotativas, se imprimían pruebas para hacer las correcciones. La prensa o roll de pruebas, se expone en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas, en la Casa de los Perros.
José López-Doñez restituyó el ADN en la genética pragmática del oficio tipográfico, consideró la doctora Marina Garone Gravier al abordar la obra de hace un siglo del pionero en la elaboración de un léxico cuyos lemas son muy pragmáticos o sucintos y no cuenta con una estructura clásica de latinismos o raíces, “que diría que no solo es tipográfico histórico, sino práctico”.
Al comentar el lanzamiento de Léxico tipográfico e histórico, recreación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), de una obra que este este año cumpliría 100 de haberse publicado, la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) subrayó la importancia de que la Casa abierta al tiempo haga este tipo de restituciones históricas.
“Nos hace falta saber que venimos de una tradición muy profunda, que tenemos personajes muy particulares con ideologías que han impreso una forma de pensar nuestro oficio y que es justamente uno de los sellos de distinción de la UAM, que es la comunidad”, señaló la académica que realizó el estudio introductorio de la obra en la reciente Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
La investigadora recordó que al recibir la invitación a “este camino pecaminoso del pasado nunca imaginé que no solo era hacer el estudio introductorio sino indagar en la vida de una persona que nació en Zacatecas de la que se sabe muy poco y pertenece a una estirpe de artistas gráficos y tipográficos”, lo que la llevó a rastrear en la Biblioteca Digital de México qué otras cosas había escrito el autor.
“Encontré algunos escritos tempranos de 1907 y otros posteriores de su producción bibliográfica y ahí es donde se empezó a dibujar este perfil también político con una gran impronta social, con una verba, con un léxico inflamado pre y post revolucionario que es parte de lo que define las artes gráficas y tipográficas” de México.
Una de las cosas más interesantes es que José quiere incidir en esta educación de los linotipistas y tipógrafos a partir de una raíz mexicana y es así “como vemos en el vocabulario entradas que dicen en México decimos de esta manera, aunque en España se usa de otra o en aquel país se usa de esta, pero en México es un término antiguo o usa cosas que son solo significativas para nosotros”.
“En suma, lo que el autor quiere decir es eso que tiene que saber el tipógrafo mexicano parte de la tipografía haciendo la homología esto es el cordex que nos dice de acá somos y usa para eso muchas palabras, términos históricos de familias de impresores o de publicaciones históricas que son mexicanas”.
La doctora Freja Cervantes Becerril, directora de Publicaciones y Promoción Editorial de la UAM, comentó que se decidió traer al presente obras que resultan importantes en este momento como en el caso de José López-Doñez y su léxico original encontrado en una librería de viejo, elaborado para sus compañeros de taller.
El escritor “era un sindicalista de los Talleres Gráficos de la Nación, autodidacta, cuya inquietud intelectual lo llevó a realizar varias obras, entre ellas ésta con un sentido pedagógico para instruir a sus compañeros de trabajo y enseñarles un poco de la historia de la imprenta en México”.
A partir de esta obrita, una cosa pequeñita, apenas una oblea de hojitas con una letra de casi ocho puntos y con un metraje mínimo, decidimos rescatar la obra e invitar que lo introdujera la doctora Marina Garone, investigadora titular del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, y al ilustrador Alec Dempster” que se encargó de los capitulares la obra.
El artista dijo que, aunque trabaja en otros proyectos de esta casa de estudios no dejó de sorprenderse cuando lo invitaron a participar en la ilustración de Léxico tipográfico e histórico, mismo que “acepté sin titubear”.
No sin dejar de reconocer que para un grabador el “reto de aceptar hacer el alfabeto es solo comparable con metas de otras disciplinas, como escalar montañas, correr un maratón, componer una canción para el mundial de futbol o componer una obra para la orquesta sinfónica”.
Lo “que no había calibrado con precisión era el tiempo que llevaría, aquí hay 29 pero fueron 33 grabados en un periodo de aproximadamente seis meses, de marzo a septiembre cuando habría que integrar todos los materiales para el libro”.
“La fecha parecía lejana, hasta que se me informó que ya había un día para la presentación del libro en esta feria que además de querer hacer justicia a López-Doñez es una motivación para cualquier artista”, concluyó Cervantes Becerril. Revista101.com