Angel Abitúa Terán | Una de las industrias más exitosas y que llegaron a representar no solo a Guadalajara, sino al país en el universo empresarial, sin duda fue Calzado Canadá. Quién de los años 1950 a 1970 no recuerda el calzado de esta impresionante fábrica, así como los anuncios comerciales tanto impresos, como radiofónicos y televisivos, que conquistaron el mercado nacional y luego traspasaron las fronteras para penetrar en Centro, Sudámérica y Estados Unidos.
Empresa cien por ciento jalisciense que marcó el ritmo de la moda, paso a paso fue creciendo hasta construir una de las naves industriales más modernas en su tiempo y emplear a miles y miles de familias de la localidad, tanto interna como externamente. En 1972 se inauguró el Jardín Industrial Canadá, con la presencia del célebre y mártir presidente chileno Salvador Allende, y por supuesto no podía faltar Luis Echeverría Alvarez, entonces presidente de México.
En la elaboración de sus numerosos productos, llegaron a perfeccionar sus técnicas y procesos al grado que solo necesitaron del exterior de la fábrica cajas de cartón y agujetas, dado que todo lo demás y necesario para hacer calzado era producido por Calzado Canadá, llegando a ser autosuficientes. Se incluyeron todas las actividades complementarias como huleras, maquinarias, pegamentos, publicidad, curtidurías, muebles, imprenta y ropa para empleados.
Su fundador Salvador López Chávez (1915-1976) con gran visión hizo que el pequeño taller de su padre que producía cinco pares de zapatos diarios, lograra en la década de 1950 adaptar el sistema de banda como la utilizada por la compañía Ford, así como el innovador sistema de cómputo para ser considerado merecidamente el consorcio zapatero más grande de América Latina. Después de su muerte en 1976, lo que con tanto esfuerzo logró se vino debilitando hasta que finalmente desapareció.
Sandra López Benavidez, hija del creador de Calzado Canadá, hace muchos años al entrevistarla nos comentaba que la elección del nombre de Calzado Canadá, fue por el malinchismo que tenemos al no aceptar lo nuestro como algo bueno o competitivo, y que por eso su padre adoptó algo extranjero. Sobre el éxito que alcanzó su notable progenitor, mencionó, que «cuando acudíamos a misa, notaba que él se fijaba mucho en las personas que estaban hincadas delante de nosotros, y un día le pregunté qué les vía, me contestó que las suelas y cómo estaban hechos y cosidos los zapatos, dado que su pasión, además de las máquinas y su funcionamiento, por supuesto estaba la elaboración del calzado». Revista101.com