Fatima Labrador | El colombiano Maluma, una de las superestrellas más grandes de la música latina, regresó a Guadalajara con su nueva gira mundial +Pretty +Dirty, ofreciendo un espectáculo lleno de energía, carisma y momentos memorables en dos noches agotadas, el 15 y 16 de agosto en el Auditorio Telmex. Maluma ya había pisado este escenario en 2019 y en 2022 en la Arena VFG, pero esta vez volvió en un nivel superior, consolidando su popularidad entre el público tapatío. El artista paisa ha demostrado un crecimiento imparable en el mercado internacional, y en esta ocasión reafirmó por qué es considerado uno de los artistas latinos más influyentes de la última década.

Con un conteo regresivo en las pantallas que anunciaba su llegada, la expectación en el Telmex era palpable. El público, mayoritariamente femenino , explotó en gritos cuando las luces se apagaron. Una introducción audiovisual mostró al cantante desplazándose desde su camerino hasta el escenario antes de arrancar con «Borró Cassette», clásico de su álbum Pretty Boy, Dirty Boy. Ataviado con un abrigo de piel, aparentemente sintética, gorra roja con pedrería y gafas oscuras, Maluma apareció como la estrella que es, rodeado de un cuerpo de baile que reforzó su faceta de “Dirty Boy”.


Durante casi dos horas, Maluma repasó los grandes éxitos de sus 13 años de trayectoria, mezclando baladas, reguetón, trap y salsa en un setlist cuidadosamente estructurado. La primera media hora fue demoledora, encadenando temas como «El Perdedor», «Carnaval» y la inesperada «Marinero», donde brilló como vocalista. El público cantó a todo pulmón «Vente Pa’ Ca», colaboración con Ricky Martin, y estalló en júbilo con el dúo explosivo de «Corazón» y «Chantaje». En «Cuatro Babys», Maluma se quitó la camiseta y recorrió el escenario con desparpajo, arrancando gritos de sus fans.


Los hits de su álbum 11:11, como 11 PM y HP, se convirtieron en verdaderos himnos colectivos, antes de dar paso a uno de los momentos más bailados de la noche: «Felices Los 4,» que transformó el Auditorio en una fiesta de salsa. La emotividad llegó con «ADMV», donde el artista se sinceró sobre la importancia de valorar los momentos con familia y amigos. Ese instante íntimo contrastó con la euforia desatada poco después con Parce, Madrid y, por supuesto, el infaltable «Hawái». Si bien el show fue sólido de principio a fin, el único punto débil estuvo en el segundo tramo del concierto, donde el ritmo se vio interrumpido por los frecuentes cambios de vestuario y transiciones. Sin embargo, la energía de la primera mitad y el despliegue escénico general hicieron que esta observación quedara en segundo plano. Carismático, versátil y dueño de un dominio absoluto del escenario, Maluma demostró que no solo es un ídolo latino, sino una figura global con un espectáculo a la altura de las grandes estrellas internacionales. Con su próximo álbum +Pretty +Dirty en camino, su ascenso parece no tener límites.



